Después de que la viuda alegre Danièlle Mitterand, nos hiciera pagar a los contribuyentes, a través de su subvencionada Fundación France-Libertés, una gran campaña televisiva contra la pena de muerte en los USA durante las últimas elecciones norteamericanas, como si su campaña en Francia hubiera podido contribuir al triunfo del zombi Al Gore, he aquí que la ministra de Medio Ambiente, Dominique Voynet, lanza una campaña oficial por la tele también, sobre “economías de energía”. Ya era hora de que intentara hacer algo para justificar su cartera, pero como es boba de armas tomar, y la ecología oficial, en Francia, se ha convertido en el último refugio de las hadas de boquitas pintadas, esta campaña es para morirse de asco en un rincón.
El Gobierno utiliza, es obvio, la televisión para difundir su propaganda, y también ha lanzado, por ejemplo, una gran campaña para explicarnos lo que va a ser el euro, en la que sale una niña perfectamente imbécil (bueno, ella tal vez no, lo que le obligan a recitar), diciendo cosas tan incomprensibles que el euro se convierte en un enigma cabalístico. En ésta, la ecológica, aparece un actor desgraciadamente famoso, Fabrice Luchinni, que a mí me da alergia desde hace años, que nos explica cómo podemos salvar el mundo gastando menos agua caliente cuando nos bañamos o duchamos, utilizando velas en vez de electricidad o, en todo caso, bombillas de mínimo voltaje, para ciegos, conduciendo nuestros coches de manera que no se muevan, o tan lentamente, que una bicicleta iría más deprisa, etc. O sea una vuelta progresiva y progresista a la edad de piedra, en la que efectivamente no existía el “efecto invernadero” o, en todo caso, no había televisión para mentirnos al respecto.
Está visto que los Verdes no son más que la fachada de un edificio inexistente, una forma de trepar en política, un espantapájaros y una estafa. Dominique Voynet, que va a abandonar su Ministerio este verano, quiere que le suceda su coach, ex compañero sentimental, el trotsquista (¡otro!) Yves Cochet, para dedicarse ella a sus labores, no a la kinder/Küche hitleriana, se entiende, sino a los cargos y prebendas que van a poder sacar de una alianza electoral con el PS.
El viaje oficial de George W. Bush por Europa ha dado lugar al habitual derroche de manifestaciones (ésta vez diminutas) y campañas de prensa antiyanquis, y no sólo en Francia. Leo en el editorial sin firma de un diario español, esta frase: “Además de abandonar Kioto, ha autorizado la construcción de centrales nucleares y la perforación de reservas naturales en Alaska, para buscar petróleo o gas”. ¡Menudo crimen! Buscar petróleo o gas, en Arabia Saudí, Irak o Noruega, sería legitimo, pero en Alaska, no. Las centrales nucleares, como todo el mundo debería saber, y Bush lo ha repetido, no producen esos gases, por lo visto tan mortíferos, cuyo resultado se califica de “efecto invernadero”. Y el Protocolo de Kioto es papel mojado, no ha tenido más resultado práctico que un aumento de los impuestos con la ecotasa, y ahora en Francia esta campaña para minusválidos.
¿Cuáles son los otros temas de la campaña antiyanqui? La pena de muerte: estoy totalmente de acuerdo con suprimirla, en todos los países. El llamado “escudo antimisiles”: estoy totalmente de acuerdo en que se instale esa formidable defensa, contra cualquier agresión nuclear. Costará caro, pero vale la pena. Los demás temas de discusión y negociación, diplomáticos o militares (OTAN), son eso, temas de discusión y negociación no diría eternos, pero sí permanentes, y no siempre lleva razón el Gobierno de los Estados Unidos.
Apenas votada la ley franquista sobre la “modernización social”, Laurent Fabius, ministro de Economía y Finanzas, declara, a “título personal”, y en lenguaje ministerial, que es una catástrofe, para las empresas y para el empleo. La izquierda “plural”, o el cuento de brujas.

Cuentos de hadas
En Internacional
0
comentarios
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal