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Antonio López Campillo

La sombra de Trotski es alargada

El pasado trotskista de Lionel Jospin, primer ministro francés, ha desencadenado una ola de protestas. Al parecer ingresó en el PS como entrista de los troskistas, es decir como un submarino. Práticamente todas las fuerzas políticas galas se han escandalizado y se han mostrado inquietas. Jospin había sido acusado de trotskista y él había negado esa militancia y últimamente ha reconocido que entró en el PS siendo "trotsko", le acusan de ocultar la verdad, de mentir. Pero lo curioso es que en toda la prensa se muestra que el trotskismo es un peligro. Resulta que haber sido trotskista es un horrible pecado, algo que inquieta a las almas sensibles y democráticas del país vecino.

La algarada por el pasado izquierdista de Jospin indica más que una inquietud política por las acciones de un partido semiclandestino, una ignorancia de lo que son y han sido los grupos trotskistas en Francia. Son los herederos de la IV Internacional creada por el mismo Trotski y han actuado como críticos, por la izquierda, de los comunistas a los que acusaban de haber abandonado la línea revolucionaria de Lenín y han defendido la "Revolución Permanente". Actualmente hay tres grupos: Lucha Obrera, la Liga Comunista Revolucionaria y el Partido de los Trabajadores, los tres representan algo así como el 6% de los votantes, gracias a la decadencia del PCF, que apenas llega al 6% de los electores. Viven un "bolchevismo" intenso, e interno, lo que les hace aparecer como exteriores al mundo real. Participan en sindicatos, grupos feministas, el movimiento antiglobalización y en todas las protestas que aparecen y a las que acuden como colaboradores activos, ya que rara vez logran iniciar una acción. Son como auxiliares voluntarios de los movimientos de agitación social, que nunca llegan a controlar.

Suelen estar presentes en las agitaciones de todo tipo y buscan desesperadamente fundar el gran partido revolucionario de tipo leninista, con pequeños añadidos. No son el motor de las agitaciones, a lo más un poco de la gasolina. Son, por su estructura y su actuar, más que "revolucionarios profesionales", "marginales profesionales".

A Trotski le presentan como el anti Stalín, ya que fue asesinado por orden de Stalín por un comunista español. Olvidan que Trotski fue el liquidador del levantamiento, contra el poder soviético, de los marineros de Cronstadt, machacó a los campesinos sublevados durante la gran hambruna de la primera etapa del régimen soviético y que ayudó a establecer, y los justificó, los campos de concentración en la URSS. Sus seguidores han sido siempre minoritarios y los partidos y movimientos que se declaran sus herederos nunca han tenido una influencia política detectable.

Es curioso que se inquieten del pasado trotskista de Jospin y nadie diga nada del presente "staliniano", toda una herencia presente en su hacer, de los ministros comunistas del gobierno francés actual. Trotski fue, según el título de un libro, El Stalín frustrado. Inquietan los herederos del frustrado, no los del realizado. Parece como si eligiesen fantasmas para tener escalofríos y no realidades. No hay que olvidar que Pol Pot, en Cambodia no se declaraba heredero de Trotski, tampoco Ceaucescu, ni Castro.

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