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Alberto Míguez

Fúnebre aniversario

Hoy, viernes, celebra Guinea Ecuatorial algo parecido a su fiesta nacional, aniversario del llamado "golpe de la libertad" (3 agosto 1979), que conmemora el cuartelazo organizado por el entonces "teniente Teodoro", hoy mariscal Obiang Nguema, contra su tío el dictador demente Francisco Macías, "único milagro de Guinea Ecuatorial", como se autotitulaba, y al que terminó fusilando en las tapias del cementario de Malabo.

Este año, la celebración careció del brillo y la solemnidad habitual por dos razones: Obiang está en Marruecos, gravemente enfermo de cáncer y sida, acompañado de sus tres mujeres (la cuarta, la economista venezolana Rubí Egaña, se ha instalado en Madrid desde hace algunos meses), sus guardaespaldas y los hechiceros del clan essangui de Mongomo, con quienes viaja siempre para evitar el mal de ojo de sus enemigos. Obiang suele viajar también con las calaveras de sus antepasados y otros instrumentos de culto primitivo.

El dictador está gravemente enfermo, aunque sus familiares lo desmientan. Le quedan pocos meses, tal vez semanas, de vida. Y prepara meticulosamente su sucesión. Duda entre sus dos hijos preferidos, "Teodorín" (el primogénito) y Gabriel Lima (hijo de su esposa saotomense). "Teodorin" es un "play boy" bien conocido en Ibiza, París y Nueva York. Gabriel es un buen muchacho, trabajador y responsable. Pero a Obiang le gusta "Teodorín", de modo que le reserva la corona, el avión Mystere y sus dos mansiones en Madrid, recién adquiridas gracias al maná petrolífero.

En apenas cuatro años, Guinea Ecuatorial se ha convertido en el tercer productor de crudo en África subsahariana, tras Nigeria y Sudáfrica y delante de su vecino Gabón. Según la OPEP, la apertura del campo petrolífero de Ceiba, situado en la zona continental de Guinea, permitirá en los próximos cinco años una producción de 500.000 barriles/día. Otros yacimientos situados en zona marítima próxima a la isla Bioko producen en la actualidad 300.000 barriles/día. Guinea Ecuatorial se ha convertido en un "Kuwait africano", aunque se note muy poco en la distribución de los ingresos derivados del petróleo.

Un reciente Informe del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional indicaba que el Estado guineano ingresó el año pasado casi 20.000 millones de pesetas por petróleo. Pero el 95 por ciento de la población sigue viviendo en la miseria más absoluta: un cinco por ciento de personas concentra en sus manos el 80 por ciento de la riqueza nacional (renta per cápita: 16.000 dólares) mientras que el 95 por ciento restante apenas alcanza los 207 dólares. El 90 por ciento de la población infantil en zona rural es analfabeta. Malabo y Bata son dos de las contadas capitales africanas que carecen de electricidad y agua corriente permanentemente.

A la falta de medicamentos y ambulatorios de asistencia primaria se añade que los pocos hospitales existentes en la zona continental y en la isla han sido desmantelados y apenas funcionan. La pobreza y la enfermedad hacen estragos mientras la nomenklatura del régimen compra apartamentos y mansiones en París, Madrid o Duala. En gráfica expresión del dirigente opositor Daniel Oyono, los ingresos del petróleo han servido apenas "para llenar los bolsillos al presidente, su familia y sus fieles".

Plácido Micó, el más carismático y joven dirigente de la oposición democrática a Obiang, varias veces encarcelado y torturado, declaró recientemente que "el descubrimiento del petróleo, en lugar de lo que la gente creyó, que sería un factor de desarrollo, lo que hizo fue simplemente enloquecer a los gobernantes que están preocupados apenas en robar más".

El fin de reino en Guinea Ecuatorial se anuncia fúnebre y, tal vez, sangriento.

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