Sí, gracias a Arzalluz sabemos que ETA es una creación de la CIA –como, según TVE, esa vergüenza nacional de Fujimori y Montesinos–, también sabemos que ETA estuvo bien representada en Corte (Córcega), en ese festival internacional del crimen organizado, reunido en guateque, con las sonrisas, la música y el folclore que recuerda a las bodas de las hijas de los padrinos de la Mafia, en su versión cinematográfica, pues al no haber asistido a bodas o entierros mafiosos, no tengo otras referencias. Corsos, vascos, catalanes, bretones, sardos y algunos más, se reunieron este fin de semana para debatir sobre los caminos e la perfección, o sea de la independencia. Aparentemente, había mucho folclore, pero hasta el representante del inocuo movimiento nacionalista bretón, no ocultó a la prensa sus amenazas: "El ejército revolucionario bretón ha decidido una tregua, pero ésta no será eterna". Recordemos que los ultracionalistas bretones colaboraron con los nazis, esto hace siglos, desde luego, pero su última hazaña fue la bomba que mató a una joven bretona, humilde empleada de un McDonald´s.
Sobre tales bases heroicas ya pueden cantar célticas baladas. El Otegui corso, Jean Guy Talamoni, líder de Córsica Nazione, declaró que el movimiento nacionalista estaba unido y solidario, como los dedos de un manco, y que "no había disidentes", por lo tanto los recientes atentados se debían a "otros". Se entiende que esos "otros" podrían ser los servicios especiales del Estado Francés, o algunos de sus sectores, que pretenden proseguir la colonización de la isla. Este señor, como Otegui y el ex cura Arzalluz, nos está tomando el pelo, porque, si es cierto que la independencia de Córcega dista mucho de concitar la unanimidad, tanto en la isla, como en el continente, los asesinatos “fratricidas” entre terroristas corsos, que existen desde que existe el terrorismo, han proseguido hasta este verano.
Porque una peculiaridad de ese terrorismo es que ha habido más muertos entre bandas rivales, que víctimas en las "fuerzas de represión del Estado francés". En este sentido, pero sólo en este sentido, me recuerdan el Ejército Rojo japonés, que terminó por autoejecutarse con una crueldad infinita. La diferencia entre ese delirio de muerte de los japoneses y los ajustes de cuentas en Córcega, es el banditismo a gran escala. No se matan sólo por divergencias ideológicas o en sangrientas luchas por el poder, también y sobre todo, se matan por el reparto del botín: el "impuesto revolucionario" y las subvenciones. Raymond Barre, hace algunos años, armó un escándalo al declarar: "Si quieren independencia que la tengan, pero sin subvenciones".
Lo malo, una vez más, es que una mayoría silenciada, censurada por los medios y el Gobierno, no quiere esa dichosa independencia a manos de las bandas terroristas. El gran tema de agitación y propaganda en este guateque ultranacionalista fue la amnistía. Vieja y hábil argucia demagógica, porque ¿quién va a estar, por principio, en contra de la amnistía, del perdón? Pero, tal y como se presentan las cosas en Corte, como en otros lugares y semejantes situaciones, este discurso significa, en realidad: "Nosotros somos los justos, por lo tanto tenemos derecho a matar, vosotros sois los injustos, por lo tanto no tenéis derecho a castigar". Pero ¿dónde se sitúa la justicia en esos enfrentamientos sangrientos entre bandas rivales? En francés popular, y fetén, se dice: "On n’est pas sortis de l’auberge". Que no se ve solución, vaya.

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