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Costumbres milenarias

Hace años el Gobierno indio, alarmando ante el aumento de la población, decidió promocionar el uso de los preservativos. A tal efecto, dichos artilugios se empezaron a promocionar desde las altas esferas de la Administración mediante el reparto gratuito, que hoy se sigue practicando.

Pero algo iba mal: se estaban utilizando demasiados condones con relación a los datos observados acerca de la natalidad. Los niños nacían igual que antes. ¿Qué sucedía? Pues que los tejedores de saris (el traje de mujer típico de India) aprovechaban la elasticidad del instrumento para acelerar la rotación del carrete en la tejedora e impedir las roturas del hilo al confeccionar la prenda. En la red se puede aprender cómo ponerse un sari en siete pasos.

La industria del sari y de la confección en general es un sector sumamente importante en ese país. Por desgracia para los exportadores, el sari es una prenda que las mujeres europeas y americanas (es decir, de los principales mercados con capacidad real de compra) no gustan vestir para ir a la oficina, la compra o al cine. Así que, a partir del año pasado, se intentó llevar a cabo una campaña de promoción internacional del sari como prenda de primavera-verano, pero, según informan los exportadores, no ha tenido mucho éxito.

La lección que se puede sacar de todo esto es que, ciertamente, en el entorno del marketing en general, y del marketing internacional en particular, la globalización de los gustos locales es una tarea que no vale la pena acometer. Ni resulta útil para el gazpacho manchego ni sirve para los saris indios.

Y si de verdad quieren sorprenderse, vayan a Spain Trade Net, una web que pese a su nombre es un trade board (una especie de tablón de anuncios de oportunidades de negocio internacionales) de una empresa india y que tiene como única función la promoción del comercio entre España e India. Está muy bien hecho y repleto de ofertas y demandas, lo que no suele ser habitual en este tipo de webs. De hecho, no hay un trade board europeo de este nivel, salvo el de Trade Point Madrid, que abarca el mercado mundial. Los asiáticos están luchando por incorporarse al uso exhaustivo de las nuevas tecnologías, readaptando sus costumbres milenarias (sí, en lo comercial también) y acometiendo con decisión una carrera competitiva que podría llegar a convertirnos a los habitantes y emprendedores del supuesto primer mundo en poco menos que unos meros aficionados.

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