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A portarse bien

Existe un nuevo programa para mantener bajo control las páginas web que los empleados de una empresa visitan durante las horas de trabajo. Se trata de Spector. El ingenio funciona mediante la toma de “fotogramas” de las páginas visitadas; de esta forma se supone que un empresario, al final de la jornada podrá ir viendo en qué se ha gastado el dinero que se suponía que estaba destinado a un sueldo.

Se supone que los avances técnicos, entre otras muchas ventajas, cuentan con la de ahorrarnos tiempo. La máquina de vapor, por ejemplo, permitió acelerar los procesos y, paradójicamente, aumentar el empleo (algo que a nuestros antepasados les costaba entender, pero que hoy en día casi todo el mundo ya advierte). Spector es todo lo contrario:

- El empresario tendrá que extender su jornada laboral a fin de ejercer su conspicua vigilancia.

- Tendrá que dirimir qué contenidos eran para la empresa y cuáles se correspondían con un interés personal del empleado (en unos casos será algo obvio, pero no en todos).

- Tendrá que llevar a cabo ese proceso durante una cantidad suficiente de tiempo (no vale hacerlo un día y exclamar: “¡Te pillé!”, ya que es más que probable que a un juez no le parezca suficiente como para justificar un despido).

- Tendrá que llegar a un arreglo conceptual consigo mismo para justificar por qué la compra a través de Internet de un billete de tren para las vacaciones es una falta grave y no lo es si la reserva se hace por teléfono.

Y todo el problema quedaría zanjado si ciertamente las empresas fueran rigurosas en los procesos de selección de Recursos Humanos. Es decir, si la cooperación y no la desconfianza constituyese el núcleo de la relación laboral.

Pero todos sabemos que esto es mucho pedir.

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