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Pollinos en la Red

Según un chascarrilo de los constructores de carreteras comarcales del siglo pasado, en una ocasión, un excursionista, sorprendido al comprobar que estos modestos artesanos no disponían de aparatos topográficos de ninguna clase, preguntó: “Oiga, ¿y cómo se las arreglan para hacer el trazado de la carretera en una montaña?”, y el constructor respondió: “pues soltamos un burro, y por dónde va pasando el animal, vamos dejando las banderolas”. Y el turista: “Bueno, ya, pero, ¿y si no tienen un burro disponible?” y el otro: “¡Ah! ¡en ese caso llamamos al ingeniero!”.

Yo no sé si a ustedes les sucede lo mismo, pero hay páginas web que resultan sencillamente intransitables. Uno no sabe en qué subpágina se encuentra en cada momento y, lo que es peor, el enlace “Mapa del Sitio”, en el caso de que se les haya ocurrido incluirlo, te induce todavía a mayor confusión. Una gran cantidad de páginas se encuentran repletas de bucles, como si te encontrases en un laberinto, de modo que para encontrar la página principal y volver a orientarte, tienes que ir picando “Atrás” tantas veces como avances hayas realizado anteriormente, pero si en algún momento quieres volver a la subpáginas que habías consultado anteriormente, tampoco te vale ir a “Historial”, porque si la página no se ha nombrado de una forma distintiva, no hay manera de reconocerla (un enlace del tipo “subprincipal2”/mod01.htm” no dice gran cosa acerca de su contenido, ¿no es cierto?

Lo chocante es que este tipo de cosas no deja de suceder en páginas web de grandes e importantes empresas por las que se han pagado cantidades astronómicas. Se pueden imaginar el día que tuvo lugar la presentación de la página web ante los ejecutivos de la empresa: venga animación por aquí, venga espectacular recurso multimedia por allá, pero, por supuesto, con la presentación dirigida por los creadores y sin tener en cuenta en absoluto a los humildes visitantes.

Lo mismo sucede con los CDs de promoción de empresas y con los educativos (algunos CDs de formación necesitan un CD previo con las instrucciones adecuadas para que el alumno pueda localizar los contenidos de su interés).

Supongo que todo esto sucede porque poca gente utiliza la eficiente capacidad de orientación de los burros. Y porque dan por hecho que el visitante tiene todo el tiempo del mundo a su disposición para desentrañar los extraños derroteros que se han trazado dentro del sitio web, cuando lo que se debería hacer es seguir una de las claves infalibles de los matemáticos: “generalmente la solución correcta es la más sencilla”. Lo malo es que los matemáticos califican como “sencillo” cualquier problema de complejidad inenarrable.

En Tecnociencia

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