Los fraudes en Internet persisten. Existe la errónea creencia que consiste en asumir que esos fraudes tienen lugar debido a las propiedades del mismo sistema, basadas esencialmente en la virtualidad de las transacciones que se llevan a cabo en la Red. En primer lugar, ninguna transacción es virtual, y en segundo lugar, como prácticamente todo el mundo sabe, los timos no pueden llevarse a cabo sin la colaboración del timado (evidentemente, todo el mundo lo sabe no incluye a los timados).
Según una página dedicada a estafas frecuentes , los fraudes más frecuentes son los que tienen lugar con subastas, proveedores ISP, tarjetas de crédito, ventas piramidales y otras “oportunidades de negocio” y “productos milagrosos”. Los más frecuentes y onerosos son los fraudes en los que se utiliza el teléfono para realizar enormes e injustificados cargos en la cuenta corriente por llamadas que nunca se han realizado.
Tanto es así, que los casinos (ejemplo 1, ejemplo 2) que operan en Internet, tienen una sección fija en una de sus subpáginas que consiste en facilitar información al cliente acerca de cómo la institución toma medidas contra los posibles fraudes. Tómese nota, en cualquier caso, que los casinos, de lo que más informan es de las medidas legales que se adoptarían... contra quienes intentasen estafar al casino. Pero si el anuncio está ahí, es porque los intentos no faltan.
El FBI ha creado un sitio web específico para presentar denuncias por estafas llevadas a cabo en Internet; también hay más información sobre este servicio en español.
Según ha informado recientemente Santiago Ballesteros, jefe de la división de medios de pago de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA), entre un 20 y un 40% de las reclamaciones que atienden las entidades emisoras de las tarjetas de crédito y débito se originan por operaciones a través de Internet. El porcentaje es todavía mayor si tenemos en cuenta que en las transacciones de comercio electrónico apenas representan entre un 1 y 2% del volumen total de compras mediante este sistema.
¿Quiere decir esto que debemos vivir aterrorizados ante el uso de Internet? Ni mucho menos; pero del mismo modo que en nuestra vida cotidiana no andamos por ahí, talonario en mano, repartiendo cheques firmados en blanco al primero que se presenta, se supone que debemos tener cautelas similares en el ámbito de la Red. Son muchas las recomendaciones que se podrían hacer al respecto, pero las que yo sigo (y jamás he tenido ningún problema) son las siguientes:
1. No hacer ningún pago a ninguna entidad que por lo menos no tenga un sitio web con dominio propio.
2. No hacer ningún pago, aún cumpliendo la condición anterior, si dicho sitio web no informa de su dirección física, teléfonos, fax y número de identificación fiscal.
3. Preferir aquellas transacciones, siempre que sea posible, destinadas a entidades que se encuentren en las inmediaciones de nuestra área geográfica.
Las tres recomendaciones anteriores pueden ser pasadas por alto en el caso de que se trate de grandes compañías (como por ejemplo, empresas de prestigio internacional) de las que abunde la información, tanto en prensa como en Internet y de las que tengamos conocimiento suficiente acerca de su prestigio y trayectoria.
Soy consciente de que este modo de ver las cosas puede perjudicar seriamente a las pequeñas empresas sobre las que se carece de información relevante. Pues bien, ése es un problema de esas empresas. Y no es diferente en absoluto al que tradicionalmente han tenido en el “mundo real”. El planteamiento de negocios en Internet reduce los costes, ciertamente, pero si los pequeños quieren competir, deberán meterse en la cabeza que los milagros tienen lugar con muy poca frecuencia y que las inversiones en recursos off line (tales como un centro de llamadas, e incluso la visita personal) son absolutamente imprescindibles. ¿Que llevan ventaja las grandes compañías? Por supuesto. Pero, que se sepa, nadie ha dicho que Internet sea la panacea para hacer negocios sin generar confianza.
Y esto es así desde los tiempos de los fenicios.

Fraudes de siempre
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