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¿Internet o Edad Media?

La web de la iglesia cristiana Misión Valley tiene un apartado específico economía/religión donde se asegura que el Apocalipsis profetiza la desaparición de los gobiernos nacionales, lo cuales serán sustituidos por La Bestia, un extraño personaje que no permitirá que nadie compre ni venda si no se encuentra marcado por el famoso número 666. Hay más explicaciones similares, por ejemplo, en The Global Economy and Jesus Christ's Return.

En la web Bill Gates, el Anticristo se explica con claridad, a juicio del autor, las razones del título: tomando las letras del nombre del dueño de Microsoft y pasándolas a código ASCII (American Standard Code for Information Interchange) el nombre de Bill Gates se convierte en... 666.

Queda claro que la relación entre el nombre del personaje y el temible número se ha conseguido aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, y dado que este tipo de disparates vienen de antiguo, y desde luego son muy anteriores a la era de Internet, no deberíamos prestarles más atención que la que merecería una simple curiosidad o entretenimiento, pero las complicaciones resultan mayores de lo que parecen a simple vista.

Por ejemplo, la reinterpretación torticera de las teorías del premio Nobel James Tobin permiten que okupas den cobijo a terroristas de la ETA. En una entrevista realizada a Tobin y publicada en Nodo50 el economista se indigna: “los aplausos más sonoros vienen del lado equivocado”. La entidad que ha interpretado a su manera las ideas de Tobin es Attac ; este último enlace resulta interesante, entre otras cosas, para percibir cómo está emergiendo un lenguaje neomarxista-ácrato-futurista, de dudosa sensatez orientado a la invocación de la violencia como remedio para todas las cosas.

Se entiende que cada cual pueda pensar lo que quiera, pero, ¿por qué se nutren las filas de los revolucionarios cibernéticos entre los cachorros de las familias convencionales? Y no sólo entre los cachorros: no hace mucho, una señora que se había dado con el coche un buen número de golpes, recibió una carta de su compañía de seguros en la que se le decía que no se le renovaría la póliza, a la vista de tamaño desastre. La indignación de la señora fue tremenda: “¡Esto es lo que nos pasa por efecto de la globalización!”. A la señora no se le ocurrió pensar que lo que en realidad sucedía era que ella era libre de irse a otra aseguradora donde pudieran soportar su impericia en la conducción.

Un reportaje publicado en Cruzada de los niños en la que se enrolaron miles de niños franceses para ir a combatir a Jerusalén. Los niños fueron embarcados en Marsella... y después fueron vendidos como esclavos en distintos puertos del Mediterráneo.

Un magnífico artículo de Leonardo Monelo en el que pone de manifiesto la inaudita similitud entre los disparates sociales posteriores al año 1000 y los actuales, nos ilustra desde una óptica distinta estos crecientes escenarios de pedrada y cóctel molotov a los que asistimos día a día: “las circunstancias son muy parecidas: incremento de la población, proceso de industrialización, debilitamiento o destrucción de los lazos familiares y ahondamiento del abismo que separaba a pobres y ricos. Esto, en los siglos XI y XII. Quizás a algún lector el encuadre social le suene familiar”.

En Tecnociencia

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