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Estafas y consultoras

Desde hace aproximadamente unos diez años se encuentra en marcha una campaña de estafas en Internet que se encuentran recogidas en distintos listados, como el de la denominada Estafa Nigeriana que recoge distintas variantes de la misma. También hay webs con listados alfabéticos.

La Estafa Nigeriana, acaso la más famosa, se ha venido intensificando a lo largo de los últimos cinco años (yo recibí el primer mensaje a mediados de 1996). La mayor parte las he recibido en las direcciones de correo que mantenemos para nuestras comunicaciones con las Naciones Unidas. Probablemente, aquellos de nuestros mensajes que por una razón u otra son publicados en revistas electrónicas o foros, son monitorizados por un equipo de redactores que las incorporan a sus bases de datos. Esto significa que el equipo de capturas trabaja incansablemente, lo que sería de admirar si se dedicasen a tareas de más provecho.

El funcionamiento de esta estafa lo pueden ver en los enlaces arriba apuntados, o bien con casos prácticos y en español en la web de Inpeco o en la de Informática 2.0.

Esencialmente, la idea genial consiste en que le piden a usted que les facilite el número de su cuenta bancaria para ingresarle la bonita suma de 15 millones de dólares, provenientes, en unos casos, de los desvaríos de funcionarios corruptos, y en otros, de presupuestos para la adquisición de armas en guerras civiles africanas, construcciones de aeropuertos o cualquier otra maldita cosa. Por supuesto, para cobrar la suma, después de mucho intercambio de documentos, protocolos y contratos, las ingenuas almas que hayan accedido al dislate, deben abonar 7.500 dólares en concepto de “gastos de consultoría”. Queda claro que los consultores lo mismo sirven para un roto que para un descosido. Los remitentes pueden ser: supuestos hijos de dictadores derrocados, presidentas de asociaciones de amas de casa, presidentes de clubes de fútbol ¡o funcionarios del Banco Mundial!

Otras estafas que circulan pueden consistir en supuestos virus (absolutamente inexistentes) que gracias a cierta caritativa consultora, pueden ser eliminados... con los correspondientes gastos de consultoría, por supuesto.

Pero, ¿cuál es el verdadero interés de todo esto? ¿En dónde se encuentran los mecanismos de credibilidad para que al cabo de tantos años estas tretas sigan en marcha? En primer lugar, la propuesta debe ser cada vez más disparatada e increíble. Es por ese motivo que la cifra que supuestamente se ingresaría en la cuenta corriente cada año que pasa es mayor (y no por efecto de la inflación, sino del desvarío de los enloquecidos estafadores). Pero, además, lo grave del asunto es que las cartas se dirigen a empresas e instituciones, incluyendo a las Naciones Unidas, lo que denota no sé si inconsciencia o un atrevimiento fuera de toda medida.

Y hay más: si bien los primeros intentos de estafa que me dirigieron los hacían por correo electrónico, posteriormente me fueron enviados por carta (desde Sudáfrica) y esta mañana me han llamado por teléfono desde un supuesto banco de Costa de Marfil (absolutamente inexistente) urgiéndome no sólo a que aceptase los quince millones de dólares... ¡sino a que pagase yo la conferencia!

¿Por qué la migración desde el correo electrónico hasta la llamada telefónica pasando pro la carta manuscrita? Pues, precisamente, porque la Red funciona: se han dado cuenta de que las comunicaciones en Internet son tan veloces y que la red de comunidades funciona con tal eficiencia, que prácticamente todo el mundo se encuentra alerta (la libreta de direcciones que usted tiene en su programa de correo electrónico constituye por sí misma una comunidad en sentido estricto).

En estos tiempos en los que la comprobación de la veracidad de contenidos en Internet constituye un auténtico reto, no deja de resultar estimulante que la Comunicación, con mayúscula, funcione con auténtica eficiencia. Y es que resulta que en el correo electrónico es precisamente donde la personas tenemos la oportunidad de comportarnos como tales, podríamos decir, en un sentido ecuménico... aunque lo malo, tanto en Internet como en la vida real, es que no todos se comportan como personas, y si no, que se lo pregunten a los servidores que cada día tienen que suspender el servicio de alojamiento a los continuos intentos de creación de webs terroristas.

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