Si hay alguien que está haciendo un trabajo verdaderamente eficaz en el caso Gescartera, ésta es, ni más ni menos, que la juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios. Todo el que pasa ante ella, sea como imputado, sea como testigo, acaba cantando hasta La Traviata. Así está saliendo la verdad a la luz.
El último tenor ha sido el ex secretario de Estado de Hacienda, Enrique Giménez-Reyna, el "hermanísimo" de la presidenta de Gescartera. Y la partitura que ha interpretado tiene su miga. Resulta que don Enrique conocía a Antonio Camacho, el propietario de Gescartera, desde 1995, cuando Giménez-Reyna pretendía vender Sefisur, la sociedad de inversiones que en su momento fue sancionada por la CNMV. Por lo visto, Camacho estaba muy interesado en la operación y a Giménez-Reyna le resolvía un problema.
Por el contenido de la agenda de Pilar Giménez-Reyna, su hermano, por lo visto, después se mostró agradecido con Camacho y utilizó sus buenas relaciones con Pilar Valiente y su influencia en la CNMV como director general de Tributos, primero, y como secretario de Estado, después, para resolver los problemas que tenían Camacho y los suyos con la Comisión.
¿Intercambio de favores? Es lo que parece. La juez Teresa Palacios tendrá que decir si esto es lo que efectivamente ocurrió. En cualquier caso, ya ha conseguido algo: demostrar que el ex secretario de Estado no dijo la verdad ante la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados. Y es que no es lo mismo comparecer ante sus señorías que ante toda una magistrada que exhibe pruebas y testimonios y puede enviar a alguien de patitas a la cárcel. Claro que también los señores diputados se están cubriendo de gloria con unas intervenciones que dejan mucho que desear, no se sabe muy bien si por incompetencia, porque se hacen de cara a la galería o porque todos los partidos, de una u otra forma, tienen algo que ocultar.
¿Intercambio de favores?
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