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Peligroso, difícil y sucio

Kitsui, kitanai y kiken son palabras que en japonés significan “peligroso”, “difícil” y “sucio” y que reflejan esquemáticamente las características básicas de los trabajos que realizan los inmigrantes.

En el mundo hay 750.000 robots industriales, y más de la mitad se encuentran en Japón. Los robots que trabajan para la industria ya tienen su propia denominación: Steel-collars (“cuellos de acero”) para distinguirlos de los White Collars (“Cuellos blancos”) y los “Blue collars” (cuellos azules) que se refieren respectivamente a los puestos directivos y a los empleos propios o lindantes con la gestión manual. En la ya lejana década de los años cincuenta, se confiaba, aunque sin demasiada fe, en que la maldición bíblica que recoge la sentencia “Trabajarás con el sudor de tu frente” quedaría neutralizada gracias a los Collares de Acero , la cual reportaría los beneficios de la esclavitud, sin la mala conciencia de la aniquilación de la libertad por parte de los propietarios.

No obstante, el esclavismo es un atraso... económico. Los esclavos, al no percibir retribución a cambio de su trabajo, no pueden colaborar en el desarrollo económico (algo que jamás se comprendió en la Unión Soviética pese a su evidencia). Los esclavos sólo resultan útiles en sociedades atrasadas, y hemos de convenir que a este respecto, y en términos comparativos, Occidente constituyó una sociedad atrasada hasta bien entrado el siglo XX. Séneca, en La brevedad de la vida , ya se lamentaba de la estupidez de los patricios romanos con dotaciones sobredimensioinadas de esclavos: el margen de utilidad quedaba ampliamente rebasado y el stock de esclavos pasaba a constituir una pesada carga económica.

Pues bien, según informa Business Week , desde 1996 y como lucha contra la recesión, Japón está contratando mano de obra barata en el continente asiático, en lugar de aumentar el parque de robots industriales. Simultáneamente, el desarrollo de la industria robótica doméstica en Japón está alcanzando niveles de identificación cultural. El primer paso han sido los perros robot, como el de Sony (se vendió el total de la producción, consistente en 25.000 ejemplares, en 20 minutos), después ha seguido con el modelo SDR-3X, también de Sony, que se encuentra dotado con 24 conexiones, telecámaras, micrófonos y sensores que lo capacitan para recibir estímulos externos. Puede cambiar de dirección cuando camina, baila el "Para, para" (un ritmo de moda en el Japón) y juega al fútbol. Este hombre artificial es capaz de comprender 20 palabras básicas pregrabadas. Finalmente, tendremos matrimonios con robots, y puede que hasta legados hereditarios, nunca se sabe.

Las tres leyes de la robótica de Asimov pretendían limitar los riesgos de la implantación de robots en la vida cotidiana. Las tres leyes en cuestión son: 1) Un robot no podrá dañar al ser humano o no permitirá que un ser humano resulte dañado por la inacción del robot; 2) El robot obedecerá las órdenes del ser humano excepto cuando dichas órdenes conculquen la primera ley y 3) Un robot protegerá su propia existencia excepto en el caso de que surjan un conflicto con la primera o segunda ley.

Sin embargo, la forma en que los robots podrían llegar a constituir un peligro para el ser humano vendría determinada en la medida en que se dotase a las máquinas con un nivel crítico de inteligencia artificial, y esto es algo que no hay que tomar a la ligera.

Algunos intelectuales han despreciado habitualmente la ciencia ficción, lo que se debe, sin ningún género de dudas, a la ignorancia de esos intelectuales . Estas personas pertenecen al género de quienes, henchidos de soberbia proclamaron que la corriente alterna no tendría utilidad práctica o que ninguna máquina conseguiría volar. Hoy en día, estos individuos no pueden distinguir todavía entre lo que es el entretenimiento (por ejemplo, La Guerra de las Galaxias que pertenece a la categoría Ópera Espacial ), de la ciencia ficción política, (como Memorias encontradas en una bañera , de Stanislaw Lem). Las premoniciones de los autores de ciencia ficción hay que entenderlas dentro de la actividad propia del intelectual en el campo del imaginario subjetivo: no es en absoluto necesario que el autor sea plenamente consciente de los resultados de su discurso, pero tal como indica Luciano Canfora en su biografía de Julio César, es Cicerón quien con sus palabras incita a Bruto a la comisión de actos terroristas (el terrorismo era una herramienta política de uso común por parte de los senadores; los terroristas se reclutaban habitualmente entre libertos y gladiadores de poco éxito). Por si alguien lo tuviese todavía en duda, las ideas son la antesala para las acciones. Para las buenas y para las malas, por supuesto.

Y es que, en efecto, el uso de robots para la perpetración de actos terroristas es tan sólo cuestión de tiempo. No quiero dar ideas aquí, pero es más que probable que haya unas cuantas en marcha Un artículo de la CNN de hace tres años informaba ya entonces de la prioridad que los Estados Unidos otorgaban a los ataques terroristas y la utilización de robots como medida de neutralización. Pero todavía sigue sin considerarse la utilización inversa de las máquinas.

Llevamos unos cincuenta años hablando del futuro. Más o menos. Hemos creído siempre en él como una panacea para nuestros males seculares. Pero en este planeta todo está formado por un sistema de opuestos en el que toda ventaja acarrea una desventaja de una u otra forma. Deberíamos empezar a pensar con menos soberbia y con más humildad, admitiendo sin reservas que desconocemos los escenarios que nosotros mismos creamos. Asistiremos a nuevas formas de esclavitud que ahora ni siquiera nos podemos imaginar. Y tendrán poco que ver con látigos, galeras o grilletes. Es sumamente probable que durante mucho tiempo todavía tengamos que lidiar personalmente, cada uno de nosotros, con lo peligroso , lo difícil y lo sucio .

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