El Centro de Comercio de Irán pertenece a la Red Mundial de Centros de Comercio o Trade Points creados por la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo. La cantidad y calidad de la información que facilita en sus páginas facilita en extraordinaria medida la posibilidad de hacer negocios con esta república islámica. Transmite una imagen de modernidad muy por encima incluso de otros Centros de Comercio norteamericanos y europeos.
Por otra parte, en el Centro Internacional de Comercio de Irán, que es una entidad distinta a la anterior, se encuentra disponible un completo directorio de ese país, desde farmacias hasta universidades. Incluso se pueden adquirir MP3, por ejemplo, de la cuarta sonata de Prokofiev en do menor, música rock, rap o, por supuesto, canciones tradicionales de Oriente Medio, incluyendo a artistas hebreos.
Mucho me temo que la imagen que proyectan las dos páginas anteriores es bien distinta de la que es compartida en el resto del mundo. Pero esa imagen errónea cambiará con toda seguridad. Irán es una nación que ha dado un giro radical en sus relaciones internacionales desde la elección de Mohamed Jatamí. Los electores comprendieron a la perfección la apuesta de Jatamí: hacer compatibles Islam, democracia y eficiencia económica.
Y, como era de esperar, el país ya ha empezado a pagar el precio del cambio a base de terrorismo: los talibán masacraron a nueve diplomáticos iraníes, el responsable de la administración penitenciaria, Asadolá Ladjervardi fue asesinado en Teherán, el presidente de la poderosa Fundación de los Desheredados, Medí Bazargan y su esposa fueron apuñalados en su propia casa, etcétera.
Se comprende que Irán no se sienta comprometido con la globalización terrorista, sino todo lo contrario. Tal como hemos venido comentando a lo largo de las últimas semanas, la violencia fanática exige una convicción inicial de derrota. La prosperidad, la libertad o la paz se tienen como bienes inalcanzables. La consecuente actitud suicida implica que el resto del mundo debe sumirse igualmente en la misma miseria y desesperanza. El responsable siempre es el otro.
Irán ha apostado, en cambio, por la apertura a las relaciones comerciales con Estados Unidos, con las repúblicas iberoamericanas y con todo el mundo. Han invertido en telecomunicaciones y de forma especial en Internet. En los trade boards de Internet ustedes encontrarán cientos propuestas de negocios iraníes que van desde la venta de partidas de camisas hasta factorías químicas llave en mano.
Muhamad Reza Jatami, hermano del presidente, ha explicado que la normalización de las relaciones con Estados Unidos no significa un abandono de los principios básicos que sustentan la República Islámica. Y no se comprende por qué tendría que ser así. No hay razón para mezclar creencias con negocios. Ninguna. En todo caso, razones morales. Pero las razones morales suelen ser compartidas por todos los seres humanos. Eliminen el comercio de armas, drogas, esclavos y pornografía infantil. Compren y vendan todo lo demás.
La última encuesta realizada por el CIC (Centro Internacional de Comercio de las Naciones Unidas) en su Foro de Comercio, ha mostrado como las empresas de todo el mundo consideran que son más efectivos los portales verticales de Internet en los que las empresas pertenecientes al mismo sector hacen negocios, que los portales mantenidos por organizaciones nacionales. ¿Qué clase de políticos o ideólogos podrían oponerse ante tal evidencia?
Irán, pese a sus dificultades sociales y económicas actuales, está haciendo un esfuerzo considerable por participar en el comercio mundial al mismo tiempo que mantiene su identidad nacional. Esto no es globalización. Esto es sentido común.

La apuesta iraní
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