Lo único sorprendente de la decisión de Alan Greenspan de volver a recortar los tipos de interés por décima vez en lo que va de año y por tercera desde los atentados del 11 de septiembre es la contundencia con que lo ha hecho y la rapidez con que ha actuado ante unos datos que hablan inequívocamente de recesión en Estados Unidos. El presidente de la Reserva Federal tenía margen de sobra para hacerlo: las cuentas públicas están todavía en superávit, la inflación está bajando y una economía que en el tercer trimestre cayó el 0,4% debido al desplome de la inversión y el consumo no es, desde luego, una economía que ejerce presiones sobre los precios.
El motivo de Greenspan para bajar los tipos en medio punto hasta el 2%, el nivel más bajo de los últimos cuarenta años, cuando hace un año estaban en el 6,5 por ciento, es inequívocamente claro: hay que reactivar la economía norteamericana y evitar, en la medida de lo posible, que se desplome todavía más la confianza de los consumidores y de los empresarios.
Pero puede haber un problema. Cuando la política monetaria reacciona con rapidez a los cambios en la coyuntura económica, es efectiva para relanzarla. En esta ocasión, sin embargo, puede que no tenga tanto efecto debido a que las empresas, y sobre todo los ciudadanos, estaban muy endeudados, por lo que podrían no endeudarse más, y a que los bancos y los mercados se han vuelto muy exigentes a la hora de conceder financiación ante los elevados riesgos de impago que perciben. En ese caso, un dinero barato sirve de poco y Greenspan se puede encontrar con que sus decisiones no sean muy efectivas, al menos a corto plazo.
En cualquier caso, ha hecho lo que podía y lo que debía, algo que tendría que servir de ejemplo para el presidente del Banco Central Europeo, Wim Duisenberg, que se empeña en mantener contra viento y marea una política monetaria restrictiva en la zona del euro cuando su economía pierde fuerza a pasos agigantados y la inflación está remitiendo para acercarse con rapidez al objetivo del 2% fijado por el propio BCE. ¿Bajará Duisenberg el jueves los tipos? Sería muy juicioso por su parte seguir el ejemplo de Greenspan.

Terapia monetaria

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