El carisma no es una cualidad intrínseca de la figura carismática, sino una creación sostenida por sus seguidores. Al atribuir cualidades especiales a un líder, sus seguidores depositan en él sus expectativas, que deben a su vez hallar satisfacción en hechos. No hay carismas eternos ni invulnerables, y los hay más o menos sólidos. El carisma de Hugo Chávez siempre fue débil, pues su capacidad para responder con eficacia las esperanzas de quienes en su momento le respaldaron era mínima. En pleno siglo XXI, el llamado a una revolución izquierdizante estaba condenado al fracaso, y Chávez no fue electo para eso, cosa que jamás parece haber entendido. El colapso de su carisma es ya evidente. No solamente se le ha perdido el miedo a un presidente que luce agobiado, sino más aún: ya una mayoría del país le perdió por completo el respeto. El extraordinario "paro cívico" que paralizó a Venezuela el pasado 10 de diciembre puso de manifiesto la ruina de un carisma que hoy yace extenuado, hecho cenizas, más allá de toda redención posible.
La consecuencia clave de esta nueva realidad política es simple pero de graves implicaciones. Con la muerte de su carisma, Hugo Chávez pierde también su legitimidad. A diferencia de los que sustentan una autoridad tradicional (como la reina inglesa, el Papa o el Dalai Lama), o racional-legal (como Bush, Putin, o los anteriores mandatarios venezolanos de la era democrática), la autoridad de Chávez siempre fue carismática y no puede sino serlo. Su poder nunca se sustentó en principios tradicionales o en un contexto institucional estable, sino en el "toque" especial del caudillo revolucionario que se basta por sí mismo y a quienes sus seguidores atribuían rasgos sobresalientes. Al evaporarse el carisma se disipa también la legitimidad. De allí que se equivocan los que todavía aspiran a una rectificación, a un cambio de rumbo por parte de Chávez, pues en caso de dar ese paso y convertirse en un político "normal", Chávez sacrificaría el mínimo resto de dignidad y autoridad que le queda, es decir, cometería suicidio político. Chávez no puede dejar de ser Chávez, a riesgo de esfumarse.
Por todo ello, el panorama político venezolano sólo presenta dos opciones: o la salida de Chávez del poder, su renuncia o dimisión forzada, o la agudización y profundización de una crisis de legitimidad que no hará sino acentuarse en los tiempos que siguen, que no tiene marcha atrás, y que no puede ser revertida, pues el carisma, una vez colapsado, es irrecuperable y no renace. Los que llaman al diálogo y suspiran por los acomodos y maniobras de una política "normal" no comprenden la situación y sus derivaciones, y se deslizan por la superficie de un fenómeno de hondas raíces y prolongados efectos. No hay marcha atrás en Venezuela: o se va Chávez, o la crisis de legitimidad nos arrastrará a todos. ¿En cuánto tiempo? ¿Con qué consecuencias? Imposible determinarlo, pero se trata de una crisis terminal.
¿Por qué el fracaso? ¿Cómo y por qué colapsó el carisma? En síntesis, Hugo Chávez tomó un rumbo equivocado desde el propio comienzo de su mando; nunca supo entender las verdaderas razones que suscitaron el amplio y fervoroso apoyo de que una vez gozó, y confundió sus prejuicios ideológicos marxistoides y proto-fascistas con la voluntad de los venezolanos. Su hundimiento se lleva por delante mucho más que un sueño efímero; su hundimiento nos deja prácticamente sin instituciones, en medio de una asfixiante crisis socioeconómica, de la anomia y la ausencia de referentes psicológicos para orientarnos hacia la construcción de alternativas. Pero este panorama desolador será pasajero. Ya empiezan a surgir voces, figuras y proyectos de renovación. Venezuela no colapsará con Chávez y ahora el reto consiste en superar la crisis de legitimidad sin que la violencia nos derrote.
Anibal Romero es profesor de ciencia política en la Universidad Simón Bolívar.
Este artículo, junto con otros de Rubén Loza Aguerreberre, Julio A. Cirino, Martín Higueras, Víctor Llano, etc. se publica en la Revista de América de Libertad Digital. Si desea leer más, pulse AQUÍ
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