Cierto día de estas señaladas fiestas, en las inmediaciones de la Plaza Mayor de Madrid, y sumidos todos los coches dentro un brutal colapso de circulación, los viandantes asistieron a un espectáculo que fue más allá de lo imaginable: dos padres de familia, sin mediar palabra, se bajaron de sus respectivos vehículos y sin mediar palabra, se agarraron por las solapas el uno al otro ante las atónitas miradas de sus hijos, esposas, guardias urbanos y público en general. A continuación, se zarandearon entre sí como si buscasen hacer caer las frutas invernales de un madroño menudo.
La cosa quedó ahí, ya que la intervención de peatones, guardias y otros conductores, ambos reñidores depusieron su actitud y regresaron a los lugares que, con toda probabilidad, había sido la fuente de su mutuo nerviosismo: el volante del automóvil de cada cual. Ya se sabe: estrés navideño.
No siempre es fácil detectar cuándo uno se encuentra sometido a una situación de estrés. Probablemente eso es así porque uno siempre está sometido a estrés. Tanto es así que existe un software de detección de estrés en www.pcionline.cl/estres/ cuya función consiste en la detección de los niveles de estrés de toda una organización (una empresa, por ejemplo) y que es capaz de detectar los promedios de disfunciones emocionales tanto por departamentos como de forma individual. Los registros se archivan y pueden ser consultados por los responsables de Recursos Humanos en un momento dado, algo que, desde mi punto de vista plantea algunos problemas desde el punto de vista de la intimidad de los empleados; desde luego que ni a Orwell se le hubiese pasado por la cabeza una cosa así.
La Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad edita la correspondiente revista, que se puede consultar en línea. La página se encuentra alojada en el servidor de la Universidad Complutense de Madrid, y su contenido es de carácter científico, por lo que tal vez resulte más útil la realización
de un test de estrés on line que puede resultar útil al cibernavegante bajo sospecha de tensión emocional, cuando menos, en términos de diagnóstico. También es recomendable consultar Medicina de Familia.Net, donde además se ofrece una serie de enlaces relacionados con el tema, así como algunos estudios realizados al respecto.
Las autoridades sanitarias prestan atención al estrés, especialmente con relación a su incidencia en los accidentes laborales. De forma más reciente, los estudios se están llevando a cabo en oficinas y establecimientos donde presuntamente el riesgo de accidentes es menor. Así, por ejemplo, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, con sede en Bilbao, ha publicado un informe que recopila estadísticas y encuestas nacionales en materia de salud y seguridad profesional en todos los sectores industriales. Llama la atención en este informe el nuevo campo de investigación abierto a propósito de los factores psicosociales tales como la intimidación ejercida en el lugar de trabajo. Se recordará que los escenarios intimidatorios ya no se ejercen exclusivamente por los patronos sobre los empleados, sino entre los mismos empleados, fenómeno que en la jerga anglosajona se denomina moobing.
La III Encuesta nacional de Condiciones de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales pone de manifiesto que las condiciones en las que realizamos nuestro trabajo, no sólo influyen en la productividad y el rendimiento profesional, sino que son determinantes de nuestra propia calidad de vida. Un marco u organización productiva segura y saludable contribuye al bienestar de las personas que la integran y a su propia capacidad competitiva. El estrés, la fatiga, el accidente o la enfermedad son efectos que se contextualizan en organizaciones de trabajo deficientes y, probablemente, poco productivas.
Como es natural, esas condiciones negativas presentan mayores consecuencias cuando quienes las sufren ocupan puestos de responsabilidad dentro de una organización. El estrés puede provocar que un operario invierta la orientación de una pegatina de instrucciones en una cafetera, pero un error de tan menudo calibre, todo lo más que puede provocar es una tortícolis en algún usuario del ingenio mientras intenta leer el texto del revés; sin embargo, cuando los errores se cometen en los niveles de gerencia, la cosa es bien distinta.
El hecho de que los altos ejecutivos tienen que mostrar una imagen fuerte, no sólo ante sus empleados, sino ante sus superiores y colegas del mismo rango, indica que no tienen tantas posibilidades de confesar que padecen estrés, o que, por lo menos, atraviesan de vez en cuando por situaciones complicadas desde el punto de vista emocional. Lo malo es que, para que sea creíble su ocultación, los mismos afectados deben ocultarse a sí mismos esa circunstancia (la mentira previa, dirigida a uno mismo, la hace más creíble ante los ojos de los demás). Me produce escalofríos cuando pienso los errores en cadena que se pueden generar desde las alturas económicas y políticas. Y cuando veo un rostro sonriente en medio de políticos apesadumbrados ante un colapso económico nacional, sinceramente, siento escalofríos. Hoy en día, una persona que no tenga estrés, o como mínimo, serias preocupaciones, no me inspira nada de confianza.
Sin duda, eso es lo que les ocurrió a los duelistas del atasco de la Plaza Mayor de Madrid: que ambos creían que se encontraban perfectamente de salud.
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