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Tecnofobia y cultura

Cuando García Márquez fue galardonado con el Premio Nobel, un redactor de El País elogiaba al escritor, aunque éste... ¡utilizase un ordenador para escribir! Se ve que al periodista le parecía poco mérito el valerse de tan diabólico artilugio, razonamiento a partir del cual deberíamos inferir que en la escritura realizada mediante una cánula aplicada a tablillas enceradas es la única digna de ser leída. Siguiendo el mismo hilo argumental, los trabajos de Stephen Hawkins sobre la antimateria del Universo serían poco menos que una simpleza, así como la ciencia astrofísica en su conjunto, puesto que los profesionales de esta área de conocimiento siguen persistiendo de forma tozuda en el uso de ordenadores para la realización de sus tareas.

El comentario acerca del ordenador de García Márquez tuvo lugar en 1982. Desde luego que entonces era el equivalente a la edad de piedra, pero la observación implicaba un mensaje de segundo nivel, no menos potente: la intervención de la técnica, rebaja, desmerece y perjudica el trabajo intelectual.

Indudablemente se trata de una falacia, pero eso no impide que todavía hoy sigamos escuchando manifestaciones de desprecio hacia la dimensión de Internet como vehículo cultural. Estas opiniones quieren sustentarse sobre los aspectos más visibles de la Red, a saber: todos los servicios, utilidades y funciones vinculadas con el entretenimiento en particular y con los negocios en general. Puesto que estas características están presente en Internet, ergo, la Red es una herramienta de ciberpaletos o algo así.

A estas personas les recomiendo que vayan a mi admirada web de la Universidad de Murcia y en particular a la biblioteca universitaria de esta institución académica y que consideren seriamente la posibilidad de mudar de opinión.

La Biblioteca Nacional es uno de los mejores ejemplos acerca de cómo la sensibilidad hacia la herramientas en el entorno de las Nuevas Tecnologías, junto con un decidido propósito de facilitar el trabajo a los investigadores, pueden aunarse y generar sistemas de información de alto rendimiento. El acceso a los catálogos de la biblioteca, con sus potentes buscadores temáticos y por autores, fueron implantados hace años con unos criterios de avanzadilla tecnológica que ya hubieran querido para sí muchas empresas multinacionales en aquel entonces.

Si realmente pretendemos el aprovechamiento sensato de los talentos, capacidad de trabajo y espíritu de colaboración de los ciudadanos, y ello sobre la materia que sea, será yendo hora de dejarnos de actitudes más propias de siglo XIX tales como la oposición al uso de la estilográfica, la implantación de líneas telegráficas y... la utilización de Internet.

Después de todo, hace apenas unos años, la progresía miraba por encima del hombro a los usuarios de los primeros teléfonos móviles, artilugio que consideraban inútil y propio de "ejecutivos de derechas".

Hoy todo progre de bien usa teléfono celular, lo que no deja de ser un curioso fenómeno: según los antaño críticos, ha resultado que los conservadores han tomado la delantera, mientras que los progresistas han seguido atrás.

¿Creen ustedes que esta paradoja sólo se da en el ámbito tecnológico?


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