Menú
EDITORIAL

Prodi dice ‘no’ a Ibarretxe

Arzalluz e Ibarretxe saben que se les acaba el tiempo. Poco a poco han ido perdiendo el favor de un electorado que, ante todo, desea el fin del miedo, de la violencia y de la falta de libertad; y que tolera cada vez peor las aventuras políticas. PP y PSOE han incrementado su cuota electoral, y el PNV no hubiera ganado las elecciones el pasado mayo si no hubiera prometido que su prioridad iba a ser garantizar la vida y la libertad de todos los vascos.

Pero la victoria electoral se les subió a la cabeza, y la identificaron con una adhesión mayoritaria a las tesis soberanistas. Por ello, a las tradicionales —y nunca cumplidas— amenazas de convocar un referéndum por la independencia, que Arzalluz e Ibarretxe renovaron en el Alderdi Eguna —los nacionalistas saben perfectamente que sólo una minoría enfervorizada de sus votantes y militantes apoyan la opción soberanista— unieron una estrategia de confrontación directa con el Gobierno y los partidos defensores del marco constitucional plasmada en la desobediencia civil en el asunto del Cupo y en la insistencia en obtener representación directa en las instituciones europeas. Son guiños al mundo radical y proetarra que le ha prestado sus votos, en un intento desesperado por que ETA no les marque la agenda y poder presentarse antes de que acabe la legislatura como los artífices de la soberanía vasca. Ni qué decir tiene que la defensa de la vida y de la libertad no es precisamente la principal prioridad para el ejecutivo vasco, máxime cuando Balza fue confirmado después de las elecciones como consejero de Interior.

Sin embargo, todas esas descabelladas iniciativas han sido un rotundo fracaso gracias a la unidad de los partidos constitucionalistas y a la mejor comprensión, después del 11-S, del problema vasco fuera de España. Después sufrir la humillación de tener que contar con Batasuna (este era el objetivo de Atutxa con su triquiñuela de votar artículo por artículo) para poder aprobar un “conato de presupuesto” —como lo ha definido Mayor Oreja—, Ibarretxe ha vuelto de Bruselas con una reconvención de Prodi bajo el brazo: “compete a los Estados miembros la definición e la composición de sus delegaciones”, pronunciada por su portavoz oficial, Jonathan Faull.

El gran error de Arzalluz e Ibarretxe es creer que la gran mayoría de los ciudadanos vascos está con ellos y que el momento de la “victoria” está cerca. Pero la realidad es que nunca un gobierno vasco ha sido tan políticamente débil ni ha dependido tanto de los proetarras. Sólo una catástrofe como la ruptura del pacto antiterrorista (ansiada por el clan González y sus brazos mediáticos) podría impedir que Ibarretxe tenga que elegir entre recobrar la cordura o abandonar el poder.

© www.libertaddigital.com 2001
Todos los derechos reservados

Titulares de Libertad Digital
Suscríbase ahora para recibir nuestros titulares cómodamente cada mañana en su correo electrónico. Le contamos lo que necesita saber para estar al día.

 &nbsp
!-->

En España

    0
    comentarios