“Cuando las visitas a domicilio de un fontanero cuestan tres veces más que las de un médico, es que hay algo que no funciona”. Leí esta frase en la prensa, con motivo de la huelga general de todos los profesionales de la salud, movimiento aún sin solución, con nuevas “jornadas nacionales de paro” previstas para las próximas semanas. Con motivo de estas huelgas se recordó lo que cobran los médicos-funcionarios, una miseria, y ¡no hablemos de las enfermeras!. Pero lo que nadie dice, salvo en privado, es que muchos médicos hacen trampas para aumentar las magras tarifas que les paga la Seguridad Social. Esto es ilegal y por lo tanto confidencial, en cambio lo que es legal, pero asimismo absurdamente confidencial, es que desde hace unos veinte años, esta misma Seguridad Social no da abasto en cuanto al reembolso de los gastos de salud, y que todos los que pueden son socios de Mutuèlles, y estas mutuas son privadas. O sea que todas esas discusiones bizantinas sobre si es o no pecado mortal que el sector privado participe a la Seguridad Social, son mera hipocresía aceptada por todos, ya que ese diabólico sector privado participa desde hace años tanto en los seguros de enfermedad como en las pensiones.
En la situación de aquelarre burocrático actual hay que cotizar dos veces, a la Seguridad Social y a las mutuas, y eso los pobres (4 o 5 millones) no pueden permitírselo. Poniendo mi propia carne en el asador, como ejemplo, confesaré que tuve que retirarme de la mutua de la Sociedad de Autores ¡demasiado cara! para encontrar otra, más acorde con mis humildes recursos. O sea que detrás de la lengua de palo sobre igualdad y solidaridad, la “fractura social” existe y se ha agravado estos años de Gobierno Jospin.
El enemigo público número uno, para el PS, Ernest-Atnoine Sellière, presidente de la patronal MEDEF, salió por tele este fin de semana para defender los proyectos de reforma de su organización, rubricados por su reciente Congreso en Lyon. Le encontré exageradamente moderado. Desde luego, habló de reformar la Seguridad Social, pero sin señalar que más de la mitad de los franceses ya están afiliados a mutuas privadas, por ejemplo. También abogó por la extensión de los fondos de pensión, privilegio exclusivo de los funcionarios actualmente, a todos los salariados, pero eso también lo dice Strauss-Kahn. Por cierto, se felicitó irónicamente porque un sector del PS ha adoptado buena parte de sus ideas, pero se trata, las cosas como son, de un sector minoritario. En donde estuvo más convincente fue en su ataque contra la ley burocrática sobre las 35 horas, defendiendo, entre otras cosas de sentido común, que los asalariados que lo deseen puedan trabajar más, para cobrar más, lo cual prohíbe hoy la ley. De todas formas, ésta ley no tiene solución, porque cuesta carísimo, lo cual es un aquelarre en sí, y el Gobierno no sabe como financiarla, puesto que el Consejo constitucional ha prohibido que la subvencione la Seguridad Social, o mejor dicho, sólo nuevos impuestos podrán subvencionarlo, así es que aumentaron antes de haber disminuido.
Se me iba a olvidar: Pierre Bourdieu ha muerto. Pero no diré, como los comunistas en otras ocasiones, que ha muerto un cadáver. No sólo sería descortés, sino además absurdo, en un país en donde los muertos mandan más que nunca.
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