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En la antesala de la recuperación

¿Cuánto tiempo le queda de vida a la desaceleración de la economía española? Puede que nada. Los datos del PIB del cuarto trimestre es el mensaje que envían. Lo de menos es si la economía creció el 2,8% en 2001, dos décimas por debajo de la última previsión del Gobierno. Lo importante es que, en un periodo tan difícil como octubre-diciembre, marcado profundamente por los acontecimientos del 11-S, la actividad productiva detuvo su caída. Así, la economía creció el 0,5% respecto al tercer trimestre, justo la misma tasa que se registró en el periodo julio-septiembre.

Evidentemente, esto no se refleja cuando se observan las tasas de variación interanual, que recogen un aumento del 2,4%, dos décimas menos que en el tercer trimestre. En esta forma de medir la marcha de la economía el cambio se verá cuando se conozcan los datos del primer trimestre de 2002. Pero los relevantes para medir el cambio de tendencia no son las cifras interanuales, sino las intertrimestrales. Y esas ya dicen que se ha tocado fondo.

¿Qué va a pasar a partir de ahora? Los propios datos de la contabilidad nacional ya indican por dónde va a ir la economía en los próximos meses. Por ejemplo, es relevante que el cuarto trimestre terminara con una tasa del 2,4%, el porcentaje previsto por el Gobierno para el conjunto de 2002. Y es relevante porque significa que el punto de partida para que se cumplan las estimaciones del Ejecutivo es, precisamente, el nivel que se quiere alcanzar como promedio en este ejercicio lo que, salvo sorpresas inmensas, es muy probable que se consiga.

Pero hay otras cosas tanto o más interesantes. El crecimiento del cuarto trimestre se apoyó en la demanda interna, concretamente en el consumo privado y la construcción. Es decir, la economía española fue capaz de crecer sobre sí misma porque el sector exterior restó tres décimas al aumento del PIB. Un hecho especialmente relevante porque a medida que se recupere Estados Unidos lo hará el sector exterior y su aportación al crecimiento será mejor. A su vez, la inversión en equipos, que llevaba varios meses de caída, empezó a repuntar en el cuarto trimestre, según revelan los datos intertrimestrales, y comenzará a sumar pronto al crecimiento económico, sobre todo si, además, cuenta con el estímulo del tirón de las exportaciones.

La economía española, por tanto, está en la antesala de la recuperación, si es que no se está produciendo ya. Otra cosa es su intensidad, que dependerá fundamentalmente de la fortaleza de la reactivación en EEUU. Pero, al menos, ya se pueden afirmar dos cosas sin temor a equivocarse. Por un lado, que la desaceleración ha tocado fondo y que, al hacerlo en los niveles en los que se ha detenido, hace que la previsión del Gobierno para este año sea bastante creíble. Por otro, que si la recuperación de la economía norteamericana ya está en marcha o a punto de empezar, como muestran ya bastantes indicadores económicos, el crecimiento en España será superior al previsto. De hecho, el Ejecutivo ya considera que el escenario más probable para este año es algo mejor del incluido en los presupuestos. Y eso, aunque lo diga el Gobierno, es bueno para todos.


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