La candidatura oficial de Lionel Jospin a la Presidencia tenía que ser diferente a la de Chirac. No pudo hacerlo peor. Los potentes medios informativos a su servicio intentaron hacer de tripas corazón, loando su sencillez y espíritu ciudadano. Fíjense: un simple mensaje, transmitiendo por su viejo fax (se insiste en la edad), enviado por el hijo de su mujer (ambos sufrieron un primer matrimonio) a la Agencia France Presse. Luego una entrevista-relámpago, en la acera, ante su domicilio privado, calle de la Mirada, como si fuera un peatón a quién se le pregunta qué opina del último partido de Copa.
Al día siguiente no podía faltar la entrevista por televisión. Simbólicamente, Chirac eligió la televisión privada, TF1 —de mayor audiencia, por cierto—, mientras Jospin elegía la estatal, France 2. Estuvieron pésimos los dos, no tienen carisma telegénico. De la sopa boba que declamó, como un torpe profesor de Instituto, la prensa comentó sobre todo su frase según la cual su programa, no era, un programa socialista. Risitas en la oposición, inquietud en la izquierda carca, el PC, los Verdes, etc. Sesudos comentaristas explicaban que, como todos los candidatos “serios”, Jospin sonreía al Centro. Las divisiones acorazadas el PS, afirmaron que Jospin será, o sería, el Presidente de todos los franceses, y no del PS, pero que seguiría siendo de izquierda, la cual es muy diferente a la derecha. Lo que nadie subrayó, a menos que se me haya escapado, es que lo que quiso expresar Jospin es un “clin d’oeil (guiño) al minoritario sector del PS —Fabius, Strauss-Kahny algunos más—, considerados como más modernistas porque roban los coches de la derecha reformista, cambiándoles la matrícula pero no el motor, ni siquiera el cenicero.
Ayer domingo, Jacques Chirac inauguró el Salón de la Agricultura y, como todos los años, recibió una muy buena acogida por parte de campesinos y ganaderos. Rompiendo con el protocolo, Jean Clavany, Ministro de Agricultura, no le acompañó. Estaba en la ceremonia de investidura del ya candidato Jospin, en donde fue “elegido” con el 99,7% de los votos —como en la URSS o Albania, se atrevieron a decir algunos periodistas. Glavany pasa de Agricultura a director de la campaña de Jospin, lo cual es muy significativo, porque es el más caradura, cínico y mentiroso de los líderes socialistas. Un solo ejemplo, entre mil: muchos años después de que se hubiera demostrado la nocividad delas harinas cárnicas, mortíferas para el ganado, Glavany, ya Ministro de Agricultura las seguía protegiendo, negándose a prohibirlas y declarando cínicamente que nada se había demostrado científicamente (yo le oí varias veces), y echaba toda la culpa de la epidemia a los británicos, con argumentos xenófobos. Hubo que esperar la intervención, por sorpresa de Jacques Chirac, exigiendo tajantemente la prohibición inmediata de tales harinas, para que se comenzaran a tomar las primeras medidas. Hoy, el director dela campaña no socialista de Jospin, farolea de haberlo resuelto todo él solo. Y nadie le contradice.
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