Le Figaro
del martes titulaba en primera plana: “¿Quién ha votado a Le Pen?”, y seguían varias páginas de encuestas y comentarios, de las que se deduce que el electorado lepenista se compone esencialmente de obreros (30%), campesinos (20%), empleados (16%) y sólo un 8% de profesiones liberales y ejecutivos. Por lo tanto, lo dicho, un voto popular. No estoy afirmando que ya que su voto es popular, Le Pen sea “bueno”, sino sencillamente que hay obreros reaccionarios. Eso ya lo sabíamos, al haber abandonado desde hace lustros los mitos marxistas sobre el proletariado, pero lo sigue ignorando la izquierda-unida-jamás-vencida. Y no es mera casualidad si estos y otros votos asimismo populares jubilaron a Jospin de la vida política. Está visto que es arriesgado afirmar con autobombo ser los mejores desde hace más de un siglo, los que más han hecho para la justicia social y la seguridad, cuando la realidad cotidiana lo desmiente.
Si afirmo que Le Pen no es fascista, pese a las vociferaciones de la izquierda (que le favorecen), me baso sobre todo en las realidades de hoy, en donde no se divisa el menor peligro fascista en el horizonte. Pero también –como lo recordaba el conocido politologue (barbarismo francés) René Remond– en que jamás ha exigido la destrucción del sistema político parlamentario, como no hace mucho el PCF; los trotsquistas, que son los únicos que siguen hablando de la “dictadura del proletariado”; o la “Acción francesa”, las Croix de feu del coronel La Roque (quien murió en deportación como resistente), y otras “ligas” fascistoides, allá por los años treinta del siglo pasado. Ahora bien, el programa de Le Pen es puro aquelarre: Francia se retira de Europa, anulando los acuerdos anteriores, abandona el euro para volver al franco, se instaura una economía autárquica, se suprimen los impuestos, pero se subvencionan generosamente a las familias, y se limita drásticamente la inmigración (¿cómo?), etc. Eso se logra y, en seis meses. Francia se convierte en la Argentina del progre de la Rúa.
El PCF logra el 3,37 de los votos, porque sus electores han votado a Le Pen. Al no lograr el fatídicos 5%, ese partido está en quiebra y lanza una gigantesca suscripción para obtener los mil quinientos millones de euros que debe. No los obtendrá, sin gobierno PS, y tendrá que vender su palacio-sede, a Jean-Marie Messier o a la casa Hermès. Lo dicho, el PCF súbdito de la URSS, desaparece, como los otros PC, al desaparecer la “patria del socialismo”. Arlette Laguillier está decepcionada, sólo obtiene el 5, 72 cuando esperaba un 9%, porque el candidato LCR ha obtenido un 4,25. Ambos proferan “llamados” golpistas, pero además Besancenot es claramente antisemita, como Saramago o Bové, los “novísimos filósofos”.
Chevenement ha fracasado rotundamente, sólo obtiene un 5,33. Como soberanista se ha preferido a Le Pen. François Bayrou está satisfecho a medias, ha logrado un 6, 84, poco pero más de lo previsto en los sondeos, que se han equivocado más de lo habitual. En cambio Alain Madelin sólo en 3,91%. Jean-Fraçois Revel está que trina: el único que defiende las ideas liberales obtiene menos votos que el candidato... de los cazadores (4,23). Lo siento, mon cher ami , pero la verdad es que Madelin lo hace muy mal, no logra convencer. Si lo más probable es que Chirac arrase en la segunda vuelta (cuidado con los abstencionistas, quienes fueron el 28,4% en la primera) en las legislativas las cosas no están nada seguras y los líos partidistas ya han comenzado.
Si afirmo que Le Pen no es fascista, pese a las vociferaciones de la izquierda (que le favorecen), me baso sobre todo en las realidades de hoy, en donde no se divisa el menor peligro fascista en el horizonte. Pero también –como lo recordaba el conocido politologue (barbarismo francés) René Remond– en que jamás ha exigido la destrucción del sistema político parlamentario, como no hace mucho el PCF; los trotsquistas, que son los únicos que siguen hablando de la “dictadura del proletariado”; o la “Acción francesa”, las Croix de feu del coronel La Roque (quien murió en deportación como resistente), y otras “ligas” fascistoides, allá por los años treinta del siglo pasado. Ahora bien, el programa de Le Pen es puro aquelarre: Francia se retira de Europa, anulando los acuerdos anteriores, abandona el euro para volver al franco, se instaura una economía autárquica, se suprimen los impuestos, pero se subvencionan generosamente a las familias, y se limita drásticamente la inmigración (¿cómo?), etc. Eso se logra y, en seis meses. Francia se convierte en la Argentina del progre de la Rúa.
El PCF logra el 3,37 de los votos, porque sus electores han votado a Le Pen. Al no lograr el fatídicos 5%, ese partido está en quiebra y lanza una gigantesca suscripción para obtener los mil quinientos millones de euros que debe. No los obtendrá, sin gobierno PS, y tendrá que vender su palacio-sede, a Jean-Marie Messier o a la casa Hermès. Lo dicho, el PCF súbdito de la URSS, desaparece, como los otros PC, al desaparecer la “patria del socialismo”. Arlette Laguillier está decepcionada, sólo obtiene el 5, 72 cuando esperaba un 9%, porque el candidato LCR ha obtenido un 4,25. Ambos proferan “llamados” golpistas, pero además Besancenot es claramente antisemita, como Saramago o Bové, los “novísimos filósofos”.
Chevenement ha fracasado rotundamente, sólo obtiene un 5,33. Como soberanista se ha preferido a Le Pen. François Bayrou está satisfecho a medias, ha logrado un 6, 84, poco pero más de lo previsto en los sondeos, que se han equivocado más de lo habitual. En cambio Alain Madelin sólo en 3,91%. Jean-Fraçois Revel está que trina: el único que defiende las ideas liberales obtiene menos votos que el candidato... de los cazadores (4,23). Lo siento, mon cher ami , pero la verdad es que Madelin lo hace muy mal, no logra convencer. Si lo más probable es que Chirac arrase en la segunda vuelta (cuidado con los abstencionistas, quienes fueron el 28,4% en la primera) en las legislativas las cosas no están nada seguras y los líos partidistas ya han comenzado.
