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Rosa de espein

Rosa sigue paseando palmito por las calles de la vieja Tallín, pequeño pueblo medieval enclavado en la nueva Estonia, y lo hace con la sonrisa templada que siempre ha gastado a pesar del tumulto que se levanta a su paso. Turistas españoles, alemanes, suecos, ingleses, entonan el Europe´s living... como himno propio y en las ruedas de prensa españolas, a pesar del disgusto de los organizadores y de otros concursantes, los periodistas se pelean por compartir unos minutos con esta corte de incipientes estrellas que han llevado a la fría Estonia el calor de una española noche de verano.

Allí, en plena conferencia, agasajada por decenas de rosas, se levantó la Rosa de España para darse unos pases de pecho con la bandera española –torito enamorado de la luna incluido en sus gualdas telas– y ante la algarabía de la concurrencia. Lo de Rosa va más allá de Eurovisión. Su fluir –mucho más fresco y embriagador de lo que pensaba Nina- ha empezado a invadir los rincones de Tallín, las televisiones europeas y el ánimo de casi 200 millones de europeos que este sábado verán la Eurovisión más rentable de la historia televisiva.

Poco importa que gane. Si vuelve con el triunfo –32 años sin él– España le hará un monumento. Si no, también. Y ganado a pulso. Nunca se vio TVE en tal festín: Europa pendiente de una joven con voz de diosa que ha cambiado los pollos de su futuro asador por medio millón de discos vendidos. Piensan lanzarla al mercado internacional. De Iberoamérica a Europa pasando por EEUU, y para calentar los ánimos, la Rosa más fresca de la piel del toro saldrá este sábado a la arena del Saku Suurhall para gritar a Europa que vivimos una celebración y que ella, por supuesto, es la anfitriona.

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