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La verdad de las cifras

La encuesta de población activa (EPA) del segundo trimestre de 2002, que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística, es muy reveladora de lo que está ocurriendo en el mercado de trabajo español y acaba con muchas ideas preconcebidas acerca de nuestra economía y su capacidad para crear puestos de trabajo.

Lo primero que llama la atención es que, a pesar de la intensidad de la desaceleración económica, que tocó suelo en ese mismo trimestre, la tasa de paro ha seguido bajando hasta situarse en el 11,1%, cuatro décimas menos que en los tres meses anteriores. El porcentaje sigue siendo alto, pero ya está en niveles cercanos a la media de la Unión Europea, en contra de lo que sucedía hace no demasiados años, donde las distancias parecían insalvables.

Un segundo elemento a destacar es que, a pesar de la desaceleración, la ocupación alcanzó su máximo histórico con 16.240.700 personas trabajando, lo que supone un incremento anual del 2,3% a pesar de la coyuntura económica en la que se ha producido. De esta forma, queda de manifiesto la capacidad de la economía española de generar empleo, a pesar de que la tasa de crecimiento del PIB se ha reducido a la mitad en el último año y se ha situado en ese 2% que algunos analistas dicen que es el límite a partir del cual se destruyen puestos de trabajo. Sin embargo, a la luz de los datos de la EPA, ese límite esta muy por debajo.

El tercer punto significativo es el aumento del número de parados en 162.000 personas a lo largo de los últimos doce meses. En otras circunstancias, eso hubiera supuesto una drástica subida de la tasa de desempleo, pero en este caso no ha sido así. Además, el incremento en el número de personas sin trabajo obedece al incremento en 560.000 personas en el número de activos (ocupados más personas que buscan empleo), no a que se haya producido una destrucción de puestos de trabajo. Eso demuestra también el estado de salud de la economía española.

Además, el fuerte aumento del número de activos se debe a dos razones. Por un lado, al aumento del número de inmigrantes; por otro, y más importante, a que cada vez hay más personas que estaban fuera del mercado de trabajo y ahora se reincorporan a él, porque tienen una esperanza de encontrar empleo de la que antes carecían. Son muchos, 560.000 en total en los últimos doce meses, pero aún así se han podido colocar 364.000 de ellos, una cifra nada desdeñable, sobre todo por el contexto económico tan desfavorable en la que se produce.

Por último, otro cambio destacado es que el empleo indefinido crece a un ritmo del 3,8%, frente a una tasa del 1,9% del empleo temporal, en contra de lo que sucedía hasta no hace mucho tiempo. Este cambio es fruto de las sucesivas reformas introducidas en el mercado de trabajo y probablemente irá a más gracias a la reforma del desempleo que acaba de aprobar el Gobierno. Por supuesto, la tasa de temporalidad, el 31,2% del total de ocupados, sigue siendo alta. Pero se va corrigiendo poco a poco, y eso es lo que cuenta.

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