Hace unos meses comenté por aquí la interesante forma en que los cienciólogos utilizaban la Digital Millenium Copyright Act para protegerse de las críticas. Esta ley fue pensada para perseguir tanto a quienes publican material protegido por derechos de autor como a aquellos que los enlazan. Pero algunos prefieren utilizarlo para obligar a retirar las críticas con la excusa de que publican parte del material criticado, y éste está protegido.
Pues bien, ahora hemos sabido de un caso aún más escandaloso. Porque de las sectas destructivas y timadoras esperamos que se comporten con mala fe. Pero, teóricamente, una revista como Scientific American debería dedicarse a la ciencia, a la confrontación libre de teorías. Pues no. Ha preferido emplear también la DMCA para, supongo, defender a sus expertos oficiales en problemas medioambientales. No deja de ser una forma de reconocer la debilidad de su posición.
Bjon Lomborg, el autor del, increíblemente, aún no traducido The Skeptical Enviromentalist (El ecologista escéptico), tuvo la desgracia de enfrentarse con la línea oficial que nos dice que el apocalipsis está cerca y que debemos hacer grandes esfuerzos para evitarlo. Principalmente, claro está, esforzarnos en volver a la pobreza. Lomborg tuvo la mala idea de utilizar las mismas estadísticas que emplean los apocalípticos para asegurar que, en realidad, vamos a mejor. Y que mejoramos mucho más cuanto más desarrollados estamos.
¡Craso error! La revista decidió publicar una crítica a su libro en once páginas. Pero se olvidó de aquello del derecho a réplica. En vista de lo cual, Lomborg decidió publicar en su sitio web su crítica punto por punto al artículo original. Como semejante atrevimiento era indignante, le amenazaron con demandarle si no la retiraba, utilizando la DMCA. Lomborg se vio obligado a eliminar de su web el artículo original, lo que dejaba sus comentarios al mismo como algo incomprensible. Finalmente, en un alarde de generosidad, decidieron permitirle publicar en su revista una crítica de una sola página. Pero como la diferencia de once a uno no era suficiente, colocaron una réplica del editor en el mismo número. Todo muy científico, como ven. Debemos dar gracias a Patrick Moore, que ha copiado la crítica originalcrítica original en su web. Suponemos que demandar a uno de los fundadores de Greenpeace no sería buena publicidad para Scientific American, de modo que por ahora lo han permitido.
En España, y pese a todo lo que se ha dicho sobre la LSSICE, parece que estamos aún lejos de esta situación. Pero todo este culebrón debe advertirnos del peligro que encierran las leyes que afectan a la libertad de expresión. Una cosa es que ésta pueda ser limitada justamente, como en el caso de la Ley de Partidos o de las leyes contra el fraude, y otra que no debamos tener mucho cuidado al hacerlo.
Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.
En Tecnociencia
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