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La aventura del Angliru, y como tal debemos definir a una ascensión de semejantes características, ha dejado secuelas que van mucho más allá de las meramente físicas, predecibles de antemano con sólo echarle un pequeño vistazo al "rompepiernas" ideado por Enrique Franco, director general de Unipublic. A la polémica previa –incomprensible e impensable, por ejemplo, en el Tour de Francia– sobre si la etapa era o no oportuna, o sobre si los ciclistas profesionales se la merecían llegados a estas alturas de la Vuelta, (¿y por qué no sacar toros definitivamente "afeitados" para que no puedan coger nunca a los toreros?) se añade ahora el colapso del "corazón deportivo" –Oscar Sevilla y Aitor González– del actual Kelme que dirige el bravo Vicente Belda. ¿Qué ocurrió cuando faltaban sólo seis kilómetros para llegar a la meta?

Belda fue cocinero antes que fraile y de ahí que, como siempre, preparara minuciosamente la carrera. Sabedor de que Kelme tenía dos ases en la manga, pero convencido de que la contrarreloj del último día le pondría a Aitor la victoria final en bandeja, Belda habló con su corredor. El mensaje era muy claro: respaldar a Sevilla y aguantar, lo más tranquilo posible, las acometidas del resto. Pero nadie anda ya demasiado bien en el pelotón, entre otras cosas porque Kelme ya se ha encargado de endurecer la carrera desde la primera etapa. ¿Por qué, entonces, Aitor González (Kelme) se llevó a Roberto Heras (US Postal) a la "sillita de la reina", dejando más tirado que una colilla a Oscar Sevilla (Kelme) cuando sólo quedaban seis kilómetros para acabar?

Primero, porque Kelme no tiene un líder indiscutido, (o al menos así debe pensarlo Aitor González) un Lance Armstrong ante quien haya que quitarse el sombrero porque se lo haya ganado en la carretera o lo imponga, en aras del artículo 33, la casa comercial de turno. Segundo y fundamental, por la incertidumbre de futuro que viven ahora mismo la mayoría de corredores debido a la crisis económica y de confianza de los diferentes patrocinadores. Aitor concluye contrato con Kelme que, a pesar de haber ratificado verbalmente su confianza en él, aún no ha firmado nada. Ahora mismo tiene una oferta del equipo italiano Quick-Step, el mismo que tienta a Oscar Freire, y quiere darse a valer de la forma que sea.

La semanita que le espera a Belda es de órdago a la grande. Aitor, amonestado públicamente por su director, puede ganar la Vuelta. Lo mismo que Sevilla quien, además, cuenta con el respaldo de todos sus compañeros. Quedan seis días y una crono por delante, pero a Kelme le han roto el corazón en mil pedazos.

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