Menú
Alberto Míguez

Lula, Fernandinho y la negra Benedita

Nadie sabe en realidad si el próximo domingo Luis Ignacio Lula da Silva logrará ganar en primera vuelta la presidencia del Brasil tras haberlo intentado cuatro veces. Las encuestas, ciertas encuestas, lo aseguran, pero aquello no es Suecia, aunque tampoco sea Marruecos.

Nadie sabe tampoco qué hará Lula, un izquierdista momentáneamente moderado, amigo de Castro y partidario de la “ruptura” del modelo económico liberal, si finalmente logra vencer en la segunda vuelta a cualquiera de los dos candidatos que podrían disputarle la presidencia: el centro-izquierdista Ciro Gomes y el “oficialista” José Serra, alter ego del actual presidente Fernando Henrique Cardoso.

Nadie sabe qué ocurrirá con la economía brasileña si la actual tendencia (la semana pasada fue especialmente dramática) se mantiene y agrava. Y si alguien lo sabe, prefiere callarse porque cualquier rumor, por infundado que sea, puede ser la chispa que alumbre el gran fuego.

Nadie sabe en Río de Janeiro quién ganará la partida: si los delincuentes organizados en el llamado “Comando rojo” (nada que ver con ideologías y esas cosas) dirigido desde la cárcel por el capo “Fernandinho” Beira Mar, o la gobernadora y candidata Benedita da Silva, la “negra Benedita”, correligionaria de “Lula”, una señora de armas tomar que vivió casi toda su vida en una favela y que propugna la eliminación física de bandidos, narcotraficantes y asesinos callejeros como Elías Maluco (Elías el Loco) sin recurrir a jueces, abogados, fiscales y demás funcionarios. La batalla en Río no es política, es policial, aunque la delincuencia y la política vayan de la mano. Río es hoy una de las ciudades más peligrosas del mundo, pero eso tampoco es nuevo.

Nadie sabe finalmente si Brasil pagará a principios de enero el primer tramo de la deuda, 90.000 millones de dólares, aunque es poco probable, mejor dicho, casi imposible. Nadie sabe, además, si las actuales negociaciones con el FMI saldrán adelante, aunque el todavía presidente Fernando Henrique asegura que las cosas van bien y pueden ir mejor. Pero incluso los analistas más serios, locales o extranjeros, dudan mucho que, con acuerdo o sin acuerdo con el FMI, Brasil pueda pagar alguno de los tramos de su deuda, inmensa y seguramente impagable, o modificar algunas de sus condiciones.

En estas circunstancias ¿alguien puede extrañarse de la desconfianza de los mercados y el temor en algunas Bolsas, incluida la española, por la catástrofe anunciada tantas veces y tantas veces aplazada?

En Internacional

    0
    comentarios