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EDITORIAL

PSOE: un pasado sin futuro

Este domingo, en el Palacio de Vista Alegre de Madrid, tiene lugar la proclamación de Zapatero como candidato a la presidencia del Gobierno en el marco de un acto conmemorativo de la victoria electoral de Felipe González en 1982, donde estarán presentes la mayoría de los ministros de la "era del cambio" y todos los notables del PSOE. La referencia al pasado como inspiración para los nuevos proyectos del futuro es una buena táctica, a condición de que ese pasado haya sido glorioso. Ciertamente, no faltan quienes consideran que el balance de los más de trece años en que Felipe González ejerció el poder es muy positivo, y para ponerlo de manifiesto, la organización del PSOE, con José Blanco a la cabeza, ha elaborado un vídeo –que se proyectará en el acto– donde se realzan los logros de los 13 años largos en que González ocupó La Moncloa, unos logros de los que Zapatero –que ya era diputado por entonces– se proclama "hijo".

Sin embargo, no parece probable que en el vídeo figuren los hechos que más marcaron esa década larga cuya herencia asume Zapatero tan alegremente: los ataques a la propiedad privada (RUMASA), la utilización de la Agencia Tributaria como instrumento de represión de "clase" (Lola Flores, entre muchos otros), la politización de la Justicia y su puesta al servicio de intereses privados (caso Gómez de Liaño), la corrupción institucionalizada (AVE, Expo 92, BOE, Guardia Civil, Banco de España), el crimen de Estado (GAL, caso Lasa-Zabala), la financiación ilegal a través de la "mordida" (Filesa), los ataques al pluralismo informativo –corregidos y aumentados, por cierto, durante la etapa de Aznar– que hicieron casi imposible la victoria del PP, la politización y destrucción del sistema educativo... y una nefasta política económica que provocó tres devaluaciones de la peseta, elevó la cifra de parados hasta casi cuatro millones, hizo subir el déficit público hasta el 7% y situó el endeudamiento del Estado muy por encima del 60% del PIB, el principal requisito para la entrada en el euro.

No es una herencia como para sentirse orgulloso, por muy grandes que sean los supuestos logros de la etapa de González, y reivindicarla, confiando en que la memoria histórica de los españoles no vaya más allá de los seis años que el PP ha estado en el Gobierno, es un claro síntoma de que en el PSOE de Zapatero, que iba a inaugurar una "nueva forma de hacer política", tratan de sustituir la falta de cohesión interna y la ausencia de un programa político sólido y creíble con la nostalgia, el gesto grandilocuente, la palabra engolada, el golpe de efecto y la retahíla habitual de tópicos y lugares comunes destinados a atacar los complejos del partido de Aznar: autoritarismo, deterioro de la democracia, ruptura del "clima social", etc.

Un indicio de que esto es así es el énfasis con que José Blanco, con motivo de la presentación del acto el pasado viernes –donde el "patriarca" González y Guerra, su alter ego, darán la alternativa, con la venia de Polanco, al leonés– insistía en que, en la cita del domingo, demostrarán a la sociedad española que el PSOE es un partido cohesionado que cuenta con "un proyecto claro y con la madurez de la experiencia acumulada" por la nueva dirección durante los dos últimos años. Pero en los últimos dos años, su única aportación importante –si se descarta el proyecto de reforma fiscal de Jordi Sevilla, abortado por la vieja guardia– ha sido el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, el cual, por cierto, el sector centrífugo de un PSOE no tan "cohesionado" (Maragall, López y Elorza) ve como un obstáculo al ansiado entendimiento a cualquier precio con los nacionalistas.

Y en lo que se refiere a la política económica, la gran asignatura pendiente de Zapatero, las propuestas del PSOE no pasan de ser meros pretextos para incrementar el gasto público y abandonar la política de déficit cero, que tan buenos resultados ha tenido para el crecimiento económico, o bien medidas regresivas en lo que concierne a la libertad económica: renta básica ciudadana –o lo que es lo mismo, subsidio de desempleo indefinido y para todo el mundo–, más viviendas de protección oficial e impuestos a las viviendas vacías (en lugar de apoyar la liberalización del suelo y la reforma de la ley de alquileres), mas gasto en I+D, control para el "buen gobierno" de las empresas, etc.

Guerra ha dicho de Zapatero que "tiene la misma entidad política que González en sus comienzos". Conociendo al ex vicepresidente del Gobierno, es difícil interpretar si se trata de un elogio, una orden o un reproche. Pero lo cierto es que el "nuevo estilo de Zapatero" es sólo eso: estilo, sin otra substancia que no sea la que le transmite quien continúa siendo el hombre fuerte del PSOE y le dará la "alternativa" el domingo: Felipe González.

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