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EDITORIAL

Bono, contra los centrífugos del PSOE

La enorme influencia del sector centrífugo dentro del PSOE (Maragall, López, Elorza y Eguiguren) –al que últimamente también se han acercado Chaves (presidente de la Junta de Andalucía y del PSOE), Rodolfo Ares e incluso Javier Rojo con su propuesta de “gobierno de concentración” entre nacionalistas y constitucionalistas– proviene del apoyo que le presta Felipe González a través de la trituradora del grupo Prisa, que con insidias y falsedades –el famoso “seguidismo” del PP– hizo un escarmiento ejemplar en la persona de Nicolás Redondo Terreros –"no te equivoques, Nicolás" le advirtió González en mítin electoral del PSE– con el objeto de silenciar a la inmensa mayoría de cargos del PSOE que no ven con buenos ojos la pérdida de la E de España en las siglas de su partido.

Hasta ahora, Redondo era una de las pocas voces aisladas que se atrevía a discrepar abiertamente de las directrices felipistas en torno a la política vasca. Zapatero, que para ser investido por González candidato del PSOE a La Moncloa ha tenido que renunciar a casi todo el programa que le aupó a la secretaría general, aún continúa buscando la forma de dar marcha atrás sin que se note demasiado –tal y como quieren González y los centrífugos– al Pacto Antiterrorista que firmó con el PP.

Sin embargo, aún quedan voces en el PSOE como la de José Bono, el presidente de Castilla-La Mancha, –y también, a veces, la de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura– que se niegan a ser silenciadas en torno a esta cuestión. Consciente de la fuerza que le proporcionan los votos obtenidos en su Comunidad, de su indiscutido liderazgo en la agrupación regional de su partido y de su aceptación entre el conjunto de los militantes del PSOE (perdió por muy poco la secretaría general cuando la disputó con Zapatero), Bono ha aprovechado la ocasión del premio “Abogados de Atocha” que ha concedido su Comunidad al presidente del Foro de Ermua, Vidal de Nicolás, para dejar clara su postura respecto de la política del PSOE en el País Vasco.

Contrariando lo que se empieza a convertir en la “línea oficial” del partido socialista, el presidente castellano-manchego, en presencia de Zapatero, ha calificado de inadmisible un diálogo sereno con los nacionalistas cuando sólo pueden estar tranquilos, sin miedo a la muerte, quienes aceptan “en todo o en parte, el principio de que España es la madrastra de quien deben separarse”, afirmando que en el País vasco no cabe más nacionalismo que el que cupo en España cuando se decidió avanzar hacia la libertad y la democracia y que “un nacionalista no quiere más a su tierra que un castellano-manchego a la suya o un gallego a Galicia”. Por ello, ha ofrecido la alianza de Castilla-La Mancha “a todos aquellos que, sean del partido que sean, propicien una legalidad intransigente, inmisericorde –la Ley de partidos que acordaron PP y PSOE–, contra los asesinos y contra quienes los apoyan”, lo que supone, implícitamente, la demanda de una alianza sin fisuras con el PP, justo lo opuesto a lo que proponen quienes temen o promueven el anatema de “seguidismo del PP”.

Se trata, sin duda, de un premio y unas declaraciones muy oportunas en el momento actual, cuando el PSOE, impulsado por el “espíritu del 82” –o lo que es lo mismo, por el “fantasma de Felipe”– se dispone a cometer los mismos errores que, como denunció recientemente Redondo –para quien la única solución es que los nacionalistas pasen a la oposición mediante una alianza de socialistas y populares–, han propiciado la dictadura nacionalista de “baja intensidad” de los nacionalistas en el País Vasco.

Aunque en muchas ocasiones las iniciativas políticas de Bono se han adentrado en el terreno del oportunismo y la demagogia (por ejemplo, su reciente propuesta de imponer la cuota del 50% de mujeres en las listas electorales), esta vez es preciso reconocer su tino y su valentía al exponer clara y rotundamente lo que la mayoría de votantes y militantes socialistas piensa sobre la política vasca.

El presidente castellano-manchego es un político avezado y muy astuto, pues no en vano ejerce su cargo ininterrumpidamente desde 1983, después de ganar cinco elecciones autonómicas sin la “ayuda” del PER, con la que cuentan sus colegas de Extremadura y Andalucía, los otros “feudos” electorales del PSOE, para perpetuarse en el poder. Por ello, Zapatero, si es que aún le queda algún margen de maniobra, haría bien tomar buena nota de las palabras de Bono y actuar en consecuencia. La inmensa mayoría de los españoles, sea cual sea su color político, suscriben al cien por cien todo lo dicho por el presidente de Castilla-La Mancha.

En España

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