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Enrique de Diego

Contradicciones socialistas

El PSOE nacional ha supeditado toda su estrategia a la línea política marcada desde Aragón por Marcelino Iglesias, y al mantenimiento del poder en dicha autonomía. Iglesias no ha planteado una posición negociadora respecto a contrapartidas (el Estado pasa a invertir, con el Plan Hidrológico Nacional, seis veces más en cada aragonés que en cada valenciano), sino que su rechazo del trasvase ha sido total, basado en el criterio absoluto y nacionalista de las “fronteras naturales”, rechazando cualquier desviación de excedentes desde el Ebro. Eso ha llevado a que Zapatero incluso haya declarado que cuando gobierne dará marcha atrás en el trasvase.

Una identificación tan plena no se entiende exclusivamente por el argumento indicado con anterioridad de los intereses políticos socialistas en Aragón. La clave última es el respaldo pleno de Pasqual Maragall, factótum dentro del PSOE, a Marcelino Iglesias. El socialista catalán recientemente hizo de anfitrión de una curiosa iniciativa, a la que se sumaron los dirigentes socialistas de Baleares y Comunidad Valenciana: la reivindicación de la Corona de Aragón. Curioso revival histórico para fundamentar lo del federalismo asimétrico de Maragall. Hay también intereses políticos en juego en Cataluña con el trasvase, pero de menor entidad, en relación con el delta, pero afecta a un electorado no muy cuantioso, y además el norte de Cataluña sale beneficiado por el Plan Hidrológico Nacional.

Puede entenderse que tal cuestión ha situado en una difícil posición a los socialistas de la Comunidad Valenciana y de la Comunidad de Murcia. Máxime en el primer caso, pues su candidato, Joan Ignasi Pla, se ha visto obligado a hacer seguidismo respecto a Maragall y ha recibido consignas de no confrontarse con Iglesias. Su postura en su autonomía resulta incomprensible. Es una obviedad que la Comunidad Valenciana precisa agua para mantener e incrementar su progreso. Tres alcaldes socialistas de ciudades importantes de Alicante asistieron a un reciente acto de Aznar a favor del Plan Hidrológico. Y algunos otros se han desmarcado de su partido para evitar el coste electoral en su localidad.

Los populares han encontrado en esas contradicciones una de sus mejores bazas electorales. En esa línea se muestra la macroencuesta del CIS. Valencia y Murcia figuran entre las autonomías más seguras para el PP. En la primera, su expectativa de voto se sitúa en el 47,7 por ciento, lo que le aseguraría una cómoda mayoría absoluta, como la que ahora goza. El PSOE obtendría, según el CIS, el 33,1 por ciento. Aumentando sólo cuatro décimas. No es difícil profetizar que, en ese caso, los días políticos de Pla estarían contados y los socialistas valencianos habrían de abrir un intenso debate. Izquierda Unida obtendría el 6,7 por ciento de los votos. Si los comunistas descendieran del listón del 5 por ciento, el PP aumentaría sensiblemente el número de sus diputados. Los resultados del CIS, ya con Francisco Camps como candidato del PP a la Generalitat, representan un espaldarazo a las intenciones políticas de Eduardo Zaplana, pues incrementaría su peso de cara a la sucesión.

También en Murcia el agua les resulta muy rentable a los populares, pues obtendrían un 51 por ciento de los votos, frente al 35 por ciento del PSOE y un 6,1 por ciento de Izquierda Unida.

A tenor de los datos, la estrategia de Marcelino Iglesias está resultando un auténtico desastre para el PSOE, pues le hace perder en dos autonomías, sin las cuales es imposible llegar a La Moncloa y además le surge un serio competidor por la izquierda, como es la Chunta Aragonesista. Una muestra de que toda postura demagógica adoptada por un partido nacional suele beneficiar a los radicales, dándoles un balón de oxígeno.

Lea PHN, 1: Efectos políticos de la polémica

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