Menú
Alberto Míguez

Y ahora, Arabia Saudita

Escribía el otro día Andrés Openheimer en The Miami Herald tras la elección de Libia a la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU lo siguiente: “¿Cuál será el próximo paso? ¿Arabia Saudita para presidir la Comisión de Derechos Humanos de la mujer?” El disparate excelso de nombrar presidente de la Comisión de Derechos Humanos a un país que se caracteriza precisamente por violarlos y ayudar a quienes los violan se parece bastante a encargar a la zorra la custodia del gallinero o nombrar carcelero al jefe de la mafia.

Pero lo más grave de este episodio ha sido sin duda la abstención de ciertos países europeos y latinoamericanos en la votación argumentando que era el turno de África para presidir la Comisión sin importarles que Libia haya sido —y sigue siéndolo— el país africano condenado más veces y en más ocasiones por terrorismo, violación de los derechos humanos, promoción de grupos armados ilegales, ingerencia en los países vecinos, limpieza étnica, etc, etc. A veces uno tiene la tentación de pensar que la tristísima condición en que se encuentran los países africanos y algunos iberoamericanos es consecuencia de la irresponsabilidad de sus gobernantes, la sumisión de sus pueblos y la falta de conciencia moral de sus minorías. Gestos de este tipo justifican esta tentación maligna y la sospecha de que el llamado Tercer Mundo no tiene remedio: criadero de sátrapas y canallas, cleptócratas y corruptos, su futuro es cada día más negro mientras sus sociedades no reaccionen. Hasta ahora desgraciadamente pocas trazas hay de que así sea.

La elección de Libia al frente de la Comisión de Derechos humanos de la ONU se produce precisamente cuando la organización internacional necesita mayor credibilidad pública, influencia y popularidad para evitar que la crisis de Irak desemboque en una conflagración sangrienta. Pero, sinceramente, cómo convencer a los pueblos del mundo que la ONU es un factor de paz, estabilidad y prosperidad cuando en ella mandan los mediocres, los oportunistas y los genocidas.

En Internacional

    0
    comentarios