El sábado pasado, durante el anual y tradicional banquete del CRIF (Consejo de las instituciones judías francesas), su presidente Roger Cukierman, pronunció un excelente discurso, señalando que, junto al racismo de siempre, ha surgido un potente antisemitismo de izquierda y extrema izquierda. Denunció con datos fidedignos a organizaciones trotsquistas y a la Confederación campesina, a las que acusó de formar parte de esta nueva alianza “pardo-verde-roja” antisemita.
El novísimo secretario de los Verdes, Gilles Lemaire, maoísta hasta ayer por la tarde, se levantó y se marchó. Fue el único. Tal vez porque la cena era buena, los demás verdes, rojos y pardos presentes no se movieron. Lemaire declaró que no toleraba el amalgana “pardo-verde-rojo”, ni las acusaciones contra el benemérito Bové, no citado, sólo la que fue su organización –ahora se ha convertido en estafador profesional, subvencionado por la Internacional socialista y los petrodólares–, el cual, como Saramago y un larguísimo etcétera, no cesa de comparar Israel con la Alemania nazi, y los judíos con los nazis.
Si el año pasado le tocó a Jospin asistir el banquete, como primer ministro, y no dijo más que vaguedades, este año le llegó el turno a Jean-Pierre Raffarin, quien pronunció un enérgico discurso contra la intolerancia y el racismo, porque la costumbre del CRIF es invitar a su banquete anual a las más variopintas personalidades políticas, intelectuales o artísticas. A mi modo de ver, Raffarin ha metido la pata insistiendo en la indispensable tolerancia en cuestiones religiosas, porque si hay algo así como cinco millones de “musulmanes” en Francia, sabido es que sólo un 10% frecuenta las mezquitas. Más o menos lo mismo puede decirse de los judíos: el violento antisemitismo que ha surgido en los colegios y universidades de Francia, monstruosidad que se verifica a diario, es mucho más político y racista, que religioso.
Como siempre, El País miente cuando éste miércoles titula: “Chirac y Lula critican el proteccionismo de los Estados Unidos”, porque, incluso admitiendo que, frente a Chirac, el presidente brasileño haya matizado sus críticas al proteccionismo de la UE, peor incluso que el de los USA, sus declaraciones en Davos y otros sitios no dejan lugar a dudas. ¿Sería Lula liberal, sin saberlo? Porque si estuvo en Puerto Alegre para jalear a sus electores, y en Davos para hablar en serio, sus acusaciones, muy parecidas a las de ministros indios y australianos recientemente, contra el proteccionismo de la UE y de los USA, son de claro corte liberal. Los liberales estamos contra ese tipo de proteccionismo que impera en la UE, y que además se disimula en Europa con la demagógica careta de apoyo al “Sur”. Bové y Chirac, même combat.
Lo de Puerto Alegre se ha convertido en discoteca mundial. Como el Gobierno Jospin, el actual ha enviado a varios ministros a Puerto Alegre, y otros a Davos. Una mascarada perfecta. También ha ido François Hollande, number one muy provisional del PS, y muchos más que realizaron el costoso y tradicional viaje. Pero la fiesta ya suena a rancio, y los campesinos sin tierra brasileños, utilizados como actores de complemento, siguen sin tierra.
Está visto que los acuerdos firmados en París sobre la “reconciliación nacional” en Costa de Marfil se quedaron en agua de borrajas. Las manifestaciones antifrancesas prosiguen y los manifestantes pro-Gbagbo, que tratan a Chirac de criminal y “príncipe de las tinieblas”, exigen la ayuda de Bush. ¿En qué mundo vivimos?

Con careta de cartón
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