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Méndez el ciego

Hace tiempo que vengo preguntándome si Cándido Méndez quiere emular a Nicolás Redondo, su antecesor en el puesto de secretario general de la UGT, y obtener un acta de diputado del PSOE como la que tuvo el de Baracaldo. Me lo pregunto porque las palabras y las acciones de Méndez son cada vez menos propias de un líder sindical y más adecuadas para un político del partido de Zapatero. Al observar la distinta posición de los sindicatos UGT y Comisiones Obreras con relación a las modificaciones en la ley de la Seguridad Social que ultima el Gobierno, la duda vuelve a asaltarme.

El Ejecutivo quiere poner orden en todo el tema de las pensiones públicas y garantizar la igualdad de las mismas en todo el territorio nacional, con el fin de evitar que cada convocatoria de las elecciones autonómicas se traduzca en una pugna entre candidatos por ver cuál de los dos ofrece la pensión más alta. Eso destrozaría todo el esquema de pensiones públicas, aunque no las cuentas de la Seguridad Social porque las ofertas de los políticos regionales se hacen con cargo a los presupuestos autonómicos, no a costa de la tesorería de la Seguridad Social que, conviene recordarlo, es una caja única para toda España, como ha dicho en alguna ocasión el Tribunal Constitucional.

Las intenciones del Gobierno son lógicas y así lo ha entendido Comisiones Obreras, un sindicato que viene haciendo gala desde hace tiempo de bastante sentido común. Por ello, su secretario general, José María Fidalgo, ha manifestado su apoyo al proyecto del Ejecutivo. No es la primera vez que Fidalgo actúa así, a pesar de que le ha granjeado enemistades y problemas entre el ala izquierda de CCOO. Afortunadamente, en la cúpula dirigente de esta central impera el sentido común.

La UGT de Méndez, por el contrario, sigue anclada en los postulados del siglo pasado, entre ellos el del apoyo incondicional al PSOE aunque sea a costa de los intereses de los trabajadores, que es lo que debería tener en cuenta. De esta forma, Méndez se ha manifestado abiertamente en contra del proyecto del Gobierno, no tanto pensando en que los pensionistas de alguna comunidad autónoma cobren más que los del resto, lo que constituye un agravio comparativo, como en que hay que apoyar al presidente de Andalucía, Manuel Chaves. El ‘Almanzor’ del siglo XXI, con sus políticas autonómicas para desgastar al Gobierno central, entre ellas la subida de las pensiones mínimas, se ha convertido en ariete de los socialistas y azote de los ‘populares’, con el inestimable apoyo de Méndez.

Si UGT fuera un partido político, no habría más problema que el de la irracionalidad con que la oposición hace política. Pero UGT es un sindicato y su papel en la sociedad es otro muy distinto, le guste o no a un Méndez que no acaba de entender que las derrotas sucesivas y cada vez mayores en las elecciones sindicales que cosecha la central que dirige son un mensaje de rechazo a sus actuaciones y de petición de cambio de rubio. De esta forma, el líder ugetista hace bueno el dicho de que no hay peor ciego que el que no quiere ver. A ver si con un poco de suerte la Once le pone pronto un quiosco para vender cupones y lo retira.

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