En el transcurso de una comida me han contado el último chascarrillo de Joan Gaspart. Al parecer, el ex presidente podría estar meditando concurrir a las próximas elecciones, pero no como "número uno" sino como tapado de un directivo amigo suyo que sería en realidad el candidato fetén. Mi interlocutor aseguraba que, a tal efecto, el propio Gaspart habría contactado ya con el actual técnico azulgrana –Radomir Antic– para ofrecerle ser el entrenador de dicha candidatura. Lo mejor de todo es que, al oír aquella historia, ninguno de los allí presentes nos llevamos las manos a la cabeza sino que, conociendo al personaje en cuestión, le concedimos un mínimo de credibilidad, conscientes de que Joan Gaspart es capaz de eso y de mucho más.
Los barcelonistas menos profundos (o acaso los más desesperados) están pegando botes de alegría tras el 3-0 contra el Inter de Milán y ese nuevo récord de victorias en las fases previas de la Champions. Craso error. La única posibilidad que el Fútbol Club Barcelona tiene de ser un equipo competitivo a fecha de 30 de agosto es la convocatoria inmediata de elecciones a la presidencia. Gaspart se ha ido pero no se ha ido. Él se ha marchado, pero el club lo sigue manejando su gente, la que él recolocó a medida que le iban dimitiendo los vicepresidentes. Enric Reyna es sólo un "pegote" del ex presidente. Hasta tal punto es así que sólo contempla un punto en su programa: aguantar hasta comprobar qué hace el equipo en Europa. En cuanto el Barcelona caiga eliminado, la directiva convocará elecciones. Pero ¿y si alcanza las semifinales o la final? El proyecto futuro del club está hipotecado hasta que la gente de Gaspart agote las últimas posibilidades de obtener un título, algo que llevarse a la boca.
Por eso, la historia que me contaron ayer cobra tintes de dramática realidad. En cualquier otro club en la situación del Barcelona sonaría a ciencia-ficción, pero Isaac Asimov sería un novelista costumbrista en el Camp Nou. Entiendo que muchos se llevaran un alegrón con el repaso al Inter, pero estoy seguro que los "barcelonistas de largo alcance", aquellos que dan lógicamente por perdida otra temporada más, estarían sufriendo con la goleada. Alguien me comentó lo siguiente a la conclusión del partido: "¿Te imaginas que ahora Gaspart se fuera al centro del campo para recibir el aplauso de los socios?"... El caso es que aquella pintoresca situación, comentada en tono jocoso, nos la imaginamos todos, desde el primero hasta el último. Estuvimos esperando un rato. Y otro más. Hasta que, por fin, ya no quedó nadie. Apagaron las luces. Cerraron el estadio. Y Joan Gaspart no apareció. Al menos por ahora.

El último chascarrillo sobre Gaspart
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