Los dirigentes del socialismo vasco actual son como aquel anodino ministro británico del que las crónicas parlamentarias contaban, con el particular humor inglés, que, cuando su automóvil llegaba a la sede del Parlamento, se abría la puerta del vehículo y no bajaba nadie.
En una intervención televisiva, su secretario general, Patxi López trata de distanciarse del PP con la guerra como argumento: quiere, asegura, alcaldes y concejales que defiendan la libertad y combatan a ETA y quiere, al mismo tiempo, alcaldes y concejales que digan no a la guerra. Se habrá quedado muy a gusto López pero, abierta la puerta, no ha bajado nadie. ¿Qué significa esa ocurrencia? ¿Con quién van a pactar? Nada queda claro.
El PSOE vasco no quiere tratos, ni fotografías, ni contacto alguno con el PP. En los últimos días, se desdijeron a si mismos y no asistieron al debate sobre las elecciones municipales convocado por ¡Basta Ya! Y prohibieron a sus representantes en el ayuntamiento de Bilbao que participaran en una plataforma pública en defensa de las víctimas del terrorismo junto al candidato popular en el municipio. Quieren hacer compatible esta actitud con el mensaje, siempre privado, de que, tras los próximos comicios, pactarán, allí donde se pueda, con el PP. Pero, del mismo modo, pretenden compaginar la negativa, también privada, a pactar con los nacionalistas con el gusto con que se fotografían con ellos (Prestige, crisis de Irak, etc) para conseguir el objetivo de “dejar solo al Gobierno”.
Al margen del éxito de esta estrategia (de la que dudo: a lo mejor, como quieren, consiguen dejar solo al PP con una nueva mayoría absoluta), parecen no haberse dado cuenta de lo que los ciudadanos se juegan en el País Vasco. Y si son conscientes de ello, como creo, su actitud me parece rastrera. El objetivo debería ser la conquista de espacios de libertad con la suma de populares y socialistas y, si ese es el objetivo, debería darse a conocer a los ciudadanos y animarles a votar para conseguirlo. De esto, hasta el momento, nada. Conversaciones privadas, contradicciones públicas. Lograrán que el voto constitucional, que está harto de ambigüedades, sea para el PP.
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