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¿Para cuándo?

Cándido Méndez debería ir en alguna de las candidaturas del PSOE a las próximas elecciones generales y, además, en un puesto en el que pueda tener segura la obtención del acta de diputado. El secretario general de la UGT, desde luego, se lo merece. La forma en que pone al sindicato al servicio de los intereses del partido socialista es digna de estudio. El último ejemplo acaba de darlo con la convocatoria de dos horas de paro y las manifestaciones que tuvieron lugar este jueves por la mañana.

Con todo esto de la guerra de Irak, la izquierda ha querido tener en el Madrid de 2003 ese mayo del 68 parisino que consideran tan idílico. De esta forma, han tratado de aprovechar los errores de comunicación del Gobierno en este asunto para tratar de conseguir en la calle lo que no les resulta tan fácil lograr en las urnas. Que eso lo hagan el PSOE e IU es lógico aunque equivocado. Que lo haga un sindicato, por muy socialistas que sean sus orígenes y sus ideas, no es de recibo. España es una sociedad tranquila y estable, que disfruta de una democracia y una libertad que para sí la hubieran querido los iraquíes mientras han tenido que vivir bajo el yugo opresor y dictatorial de Sadam Hussein. Por ello no hay motivos para convocar la huelga que ha tenido lugar hoy, con un escaso seguimiento, como es lógico por otra parte ya que el pueblo español es mucho más inteligente y sensato de lo que le suponen muchos políticos y sindicalistas.

La huelga de dos horas del jueves, por tanto, ha sido única y exclusivamente una huelga política, que, dicho sea de paso, prohíbe la legislación española. Pero como falta una ley de huelga, Méndez se ha echado el mundo por montera y ¡hala, a convocar el paro! Eso es una irresponsabilidad porque quienes han tenido que sufrir las consecuencias son las empresas, que no tienen por qué pagar los platos rotos ni por el Gobierno del PP ni por la oposición del PSOE e IU.

La huelga, o, mejor dicho, el ejercicio de este derecho, es algo de carácter laboral, tal y como reconoce nuestra Constitución. En este caso, guste o no, hay que aceptarla. Pero lo de este jueves no tenía nada que ver con negociaciones de convenios colectivos, reestructuraciones de empresas y plantillas, ni nada parecido. Lo de este jueves tenía que ver con la política pura y dura de sacar la gente a la calle. Eso no tienen por qué pagarlo las empresas ni los ciudadanos. Por eso hace falta una ley de huelga, les guste o no a los sindicatos. ¿Para cuándo?

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