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Alberto Míguez

Insoportable olor a petróleo

Santo Tomé y Príncipe, dos islas a la deriva en el Atlántico Sur, es el país de todos los extremos: uno de los más pobres de Africa (280 dólares de renta per cápita), de los menos poblados (140.000 habitantes), de los menos extensos y de los más...corruptos. Y también, ahora, uno de los países potencialmente más ricos desde que la Exxon Mobil y la Royal Dutch Shell descubrieron en sus aguas inmensos recursos petrolíferos. En el primer trimestre del próximo año se iniciarán las explotaciones de nueve bloques offshore por los que las dos compañías adelantarán cien millones de dólares, una barbaridad para ese bellísimo y minúsculo archipiélago que hasta ahora malvivía con sus exportaciones de café y cacao.

Pero antes siquiera de que empezase a llegar el maná petrolífero a las arcas del Estado, la corrupción y el desbarajuste se habían instalado en las entrañas del régimen dirigido por el presidente Fadrique Menezes, el principal responsable de la crisis actual. Fadrique reconoció que había “distraído” unos cuantos millones de dólares de las petroleras para pagar su campaña electoral y para gastos menudos. Lo mismo hizo la primera ministra, María das Neves, detenida y herida por loa amotinados en las primeras horas.

Hacía meses que los diputados de la Asamblea Nacional no cobraban sus sueldos y el organismo estaba cerrado. También los militares hacía meses que no recibían su paga y algunos se habían reconvertido a la agricultura de subsistencia. Al descontento de la población contra los políticos corruptos de los dos grandes partidos del país (el Partido Socialdemócrata y el Movimiento Democrático de las Fuerzas del Cambio) se unió muy pronto el de los cuarteles. Bastó que un grupo extraparlamentario, el Frente Demócrata Cristiano convocase a la población contra la corrupta primera ministra, para que al movimiento se uniera un grupo de militares liderado por el coronel Fernando Pereira, alias “Cobo”, director del Centro de Instrucción militar. “Cobo” a su vez arrastró al resto de sus compañeros de armas a la rebelión. Todos ellos han formado una Junta Militar de “Salvación Nacional” como suele ser en estos casos. Se trata de salvar al país de los sinvergüenzas, algo nada fácil por cierto.

Con la boca pequeña la ex metrópoli portuguesa ha protestado por esta ruptura del orden constitucional. Lo mismo han hecho los países próximos y vecinos como Nigeria y Gabón. Pero no lo ha hecho Guinea Ecuatorial con quien Santo Tomé tiene relaciones muy estrechas, además de las derivadas de la proximidad geográfica. La situación social y política del pequeño país lusófono había llegado a extremos intolerables. Los militares de nuevo han escogido “salvar a la patria”, algo que suelen hacer en algunos Estados africanos especialmente putrefactos con frecuencia preocupante. Del gesto del coronel Pereira y de los latrocinios del Gobierno derribado emanaba un insoportable olor a petróleo. Hay que ver si éste cuartelazo tiene o no consecuencias en otro régimen igualmente corrupto y próximo, el del “mariscal” Obiang, el antiguo sargento Teodoro de Guinea Ecuatorial.

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