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EDITORIAL

El “caso FSM”

Después de oír las declaraciones de Tamayo, Sáez y Balbás, la hipótesis más verosímil para explicar lo ocurrido el pasado 10 de junio en la Asamblea de Madrid es la versión que, desde el primer momento, dieron Tamayo y Sáez: el incumplimiento de los pactos internos de la FSM entre el sector de Simancas y el de Balbás de cara al reparto de poder en el nuevo gobierno autonómico, garantizados en su día por José Blanco, el secretario de organización del PSOE; así como la entrega a Izquierda Unida de la mitad del presupuesto y de algunas consejerías clave como la de Educación.

Tamayo desmontó una por una las conexiones de la “trama” basadas en la lista de llamadas de su teléfono móvil y en la reserva de hotel realizada por Francisco Bravo, señaló los intereses político-inmobiliarios del matrimonio Porta-Mamblona a través del negocio de las viviendas protegidas que pretendía adjudicar Simancas a cooperativas y empresas afines como Agecovi, denunció las prácticas inquisitoriales en la FSM y el incumplimiento de los pactos a los que el sector de Simancas se había comprometido con el aval de José Blanco y, en general, puso en ridículo a los portavoces del PSOE y de IU, obstinados por exprimir los argumentos de una querella rechazada por dos veces por el TSJ de Madrid.

Sáez, cuya actuación se limitó a secundar a Tamayo en su disidencia, aportó algunos datos interesantes acerca de la vida interna de la FSM, como el trato y consideración que reciben los militantes de base, confirmando la afirmación de Tamayo de que todo se decide por los pactos y las intrigas que tienen lugar en los despachos. Los portavoces del PSOE y de IU también hicieron el ridículo al intentar ensañarse con ella aprovechando su evidente falta de costumbre en el ejercicio de la oratoria pública.

Aunque ha sido Balbás, el líder de la corriente Renovadores de la Base a la que pertenecían Tamayo y Sáez, quien tras casi doce horas de comparecencia ha terminado de pulverizar la famosa “trama inmobiliaria” con una avalancha de explicaciones y datos acerca de su situación patrimonial y de sus negocios. Aprovechando la torpeza de Modesto Nolla, portavoz del PSOE, Balbás pasó revista a la poco edificante vida interna de la FSM, para acabar recordando que Zapatero le debe la secretaría general y que sus esfuerzos han sido recompensados con una “caza de brujas” contra su familia –expulsada en bloque del PSOE– por haber mediado, a petición de José Blanco, entre Simancas y Tamayo antes de que éste decidiera abandonar la disciplina de voto del PSOE.

La campaña de desprestigio emprendida por Simancas, a instancias de Ruth Porta y Ramón Espinar, secundada por Blanco y Zapatero y orquestada por PRISA contra los presuntos integrantes de la “trama inmobiliaria”, se ha derretido como un cubito de hielo expuesto al sol veraniego. Una campaña que, a todas luces, tenía como objeto obtener la renuncia de Tamayo y Sáez a sus actas de diputado o, al menos, lanzar suficientes sospechas de corrupción sobre el PP para poder llegar a las elecciones de octubre en mejores condiciones que sus adversarios. Una campaña a todas luces inventada por el entorno de Simancas, que dice mucho acerca de, como indicó Balbás, la ética y del respeto por los derechos constitucionales de que han hecho gala quienes aspiraban a gobernar una comunidad de más de cinco millones de habitantes con un presupuesto comparable al de Dinamarca.

En definitiva, una “trama” inventada por quienes no podían hacerse a la idea de renunciar al poder después de haberlo tocado con la mano y que confiaban en que el burdo terrorismo político que practican en el seno de su organización, podría darles también resultado fuera de la FSM, en presencia de luz y taquígrafos. El pasado viernes titulábamos nuestro editorial La FSM comparece ante Tamayo. Después de la comparecencia de Tamayo, Sáez y Balbás, habría que redenominar la Comisión de Investigación como la del “caso FSM”.


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