Esta película de espías es demasiado mala, pero me temo que no peor que nuestro Centro Nacional de Inteligencia y su director, don Jorge Dezcallar, personaje de comedia. No tanto porque se haya filtrado –y de paso manipulado– su comparecencia en la Comisión de Gastos Reservados, que demuestra la poca estima que nuestros parlamentarios tienen por la ley y la seriedad política, sino por no callar. Porque que el jefe de los espías no ve relación entre la dictadura de Sadam Husein y el grupo terrorista Al Qaeda lo sabemos desde septiembre, que lo dijo sin necesidad de comisión ni de secreto. Si se mantiene al tonto, se pagan las consecuencias.
Pero volvamos a la comisión y a los informes. Se trataba de hablar de gastos reservados y la oposición, previamente, había señalado que de lo que quería hablar con Dezcallar era de posibles informes del CNI sobre las relaciones de Husein con Al Qaeda y de aquél con las armas de destrucción masiva. El ministro Trillo salió de la reunión ufano y diciendo que se había hablado de todo. Ni el responsable de Defensa ni el director de la Inteligencia (sic) española debían darse cuenta de que el invento estaba preparado y bien preparado. Si se mantiene al avispado, se pagan las consecuencias.
Así que, menos de veinticuatro horas después, la radio de Prisa lanza al aire unos informes, o pretendidos informes, o manipulados informes según el portavoz del Gobierno, que dicen lo que quiere la oposición: nada con Al Qaeda, nada con armas de destrucción masiva. Es el momento en que, ya sin secreto, abiertamente y ante la opinión pública, Dezcallar comparezca ante el Parlamento en vez de hacer desmentidos a los interesados y explique la manipulación, la filtración y la inutilidad general del CNI. Si Trillo tiene algo que decir, que lo diga también ya.
Pero terminemos con la inutilidad general del CNI, que es lo más apasionante. Como espías discretos, son lamentables. Pero, en algunas cosas, lo son también como espías sin añadidos. Ellos mismos reconocen que no tienen medios, ni personal especializado para cuestiones como las de Irak, ni personal suficiente en el terreno (el desconocimiento profundo, no ya de Irán, sino de Oriente Medio y el mundo árabe es pasmoso en los servicios de estudios y ministerios españoles, por otra parte) y que trabajan con documentos elaborados por servicios de otros países. Imagino que también con recortes de prensa y amigos de elevado rango. Ningún servicio de inteligencia tiene valor de dogma y mucho menos se va a defender ahora, como se hace ¡desde la izquierda!, que un Gobierno deba obedecer a sus espías. La oposición lo enarbola porque le interesa y negaría independencia a cualquier informe si dijera lo que no le place.
Pero en el caso del CNI, no se entiende que, sin personal ni medios, se dedique a hacer papelitos, se manipulen o no después. Si esto es así, ¿qué valor tiene que el CNI diga que Husein no tiene nada que ver con Al Qaeda o que diga lo contrario? ¿Para qué demonios Dezcallar acompañado de Trillo se quieren mostrar tan importantes en el Congreso? Han demostrado que, además de no tener espías serios, son unos pánfilos.

El tonto y el avispado
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