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Germán Yanke

¿Qué hay detrás de los gestos?

La actitud personal y la acción política de los socialistas con el nacionalismo vasco es ciertamente digna de estudio, también psiquiátrico. El último episodio ha ocurrido, como se sabe, en Álava, en donde, en primer lugar, el Partido Socialista votó con el PNV para arrebatar al PP la presidencia de las comisiones de las Juntas Generales de la provincia. Las explicaciones, si así se puede llamar a la diarrea intelectual en la que los socialistas caen demasiado a menudo, iban por el lado de las maldades del PP: no tiene mayoría y no puede comportarse así, ellos –los socialistas–no tienen pacto de gobierno alguno para esa provincia, etc. Este miércoles se ha dado una vuelta de tuerca a la misma estrategia pues, sorprendentemente, el portavoz socialista ha dicho que rompían toda comunicación con el PP porque… les insultan. Es sorprendente, porque, tras el voto con el PNV, resultaba ya innecesario insistir y, además, por el argumento: al día siguiente de que Patxi López, secretario del PSOE en el País Vasco, dijera que el PP es una suerte de desastre, una “máquina de hacer nacionalistas”, su partido rompe la comunicación con el PP porque le insulta.

Quizá la sorpresa vaya por otro lado. Nadie duda de que buena parte de esta actitud de los socialistas alaveses responde a la particular personalidad de Javier Rojo, líder del partido en la provincia, que todavía no ha digerido no ser diputado general con el agravante, además, de que fue José Luis Rodríguez Zapatero el que, sin la presencia de Rojo y sin su concurso (salvo el de la obediencia temporal), anunció que el PSOE votaría al candidato del PP. Rojo está malhumorado y mucho de lo que hace responde a ese estado de ánimo o, por decirlo más exactamente, al interés particular convertido en estado de ánimo. Pero, ¿basta con esta explicación?

El PSOE, tan diligente a la hora de atacar y asilar a Cristina Alberdi, se toma con una pachorra sospechosa cualquier acercamiento de los socialistas al nacionalismo vasco (no olvidemos que tal proximidad es con el nazismo antidemocrático vasco), ve con buenos ojos no sólo la separación del PP en este asunto sino los ridículos esfuerzos por echarle la culpa de la actitud nacionalista, asegura que hay que discutirlo todo y que es conveniente una “alternativa” al Plan de Ibarretxe, etc., etc. No sigo porque la debilidad del PSOE es reiterada y conocida. ¿Debilidad? ¿Hay algo más? ¿Da algún fruto la química entre los dos químicos, Rubalcaba e Imaz? ¿Esperan algo? ¿Han prometido algo? El PNV, desde luego, espera mucho, buscan el encuentro, añora que el PSOE gane las elecciones. Zapatero, tan amigo de aclarar las cosas, según dice, debería aclararnos esta.


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