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David de Ugarte

UE: regula que algo queda

La Unión Europea aprobó el miércoles la directiva de patentabilidad de software. Una primera lectura de las enmiendas aprobadas indica que el Europarlamento captó los peligros fundamentales que para la innovación suponía el planteamiento de los monopolios pero, como es habitual, tampoco sucumbió a la tentación ni a las responsabilidades de la libertad.

Yahoo Francia fue la primera en dar la noticia. El escueto titular caía como un mazazo en el mundo del software libre. Todo el mundo en el congreso de Hispalinux quería escuchar al coordinador de la campaña contra las patentes de software, Roberto Santos, a quien no había quien despegara del teléfono. Confusión. Nueva lectura que aparece pronto en la nota de prensa del grupo proInnova: "Se aceptan las enmiendas que limitan efectivamente la patentabilidad del software. El Parlamento Europeo dice no a las patentes de software en una votación histórica". Euforia.

Una lectura de las enmiendas aprobadas, publicadas esta mañana en la web del Parlamento Europeo, parece confirmar el diagnóstico. Los europarlamentarios parecen haber tomado conciencia de los peligros de la patentabilidad. La UEse desmarca del dictado de los grandes monopolios del software y señala claramente que los programas informáticos y los algoritmos no serán patentables, desautorizando contundentemente a la Oficina Europea de Patentes. Como decía Hartmut Pilch, presidente de la FFII, el lobby europeo apoyado por la industria del software local y el mundo del software libre, "Ahora esta es también nuestra directiva, tenemos que ayudar al Parlamento Europeo a defenderla". Pilch se refiere al proceso que aún resta antes de la redacción definitiva en el que la norma pasará por manos de la Comisión y los gobiernos nacionales.

Regular contra la globalización

Así que, aunque es previsible que siga la batalla en Comisión y Consejo, algo resulta especialmente llamativo: ¿A qué tanta furia reguladora si las enmiendas desdicen completamente el borrador? ¿Realmente han entendido que el software, como el conocimiento científico y matemático en general y la algoritmia en particular, no es una "invención" sino que necesariamente se sustenta sobre una infinidad de trabajos anteriores de dominio público? ¿Se han dado cuenta de que patentar software genera monopolios artificiales dando herramientas jurídicas a las grandes empresas para acabar al margen del mercado con la competencia de nuevos concurrentes verdaderamente innovadores?

Al leer los nuevos considerandos uno tiene la impresión de que realmente no ha sido así y por tanto la posición de los defensores del software libre sigue siendo, en el fondo, muy débil. No hay una sola referencia a la defensa de la libre empresa ni se fundamenta la definición del sistema de propiedad en la generación de incentivos. Al contrario, parece que las preocupaciones de nuestros representantes europeos son de otra índole.

Una de las nuevas enmiendas aprobadas lo confiesa abiertamente,"dada la tendencia actual de la industria manufacturera tradicional a trasladar sus operaciones a economías de bajo coste fuera de la Unión Europea, resulta evidente por sí misma la importancia de la protección de la propiedad intelectual y, en particular, de la protección mediante patentes".

Es decir, a la burocracia y partitocracias de Bruselas no les preocupa el que la aplicación de patentes sobre software pueda destrozar el tejido de pequeñas empresas tecnológicas consolidando el poder político y estratégico de los grandes monopolios del software norteamericanos. No les preocupan los costes que generaría para la innovación ni se sienten especialmente implicados en la defensa del software libre, una iniciativa privada que representa, precisamente por su sistema de derechos de propiedad, el futuro de la industria tecnológica, como ya han visto países como Japón.

Lo que preocupa a nuestros representantes es que aparezcan nuevas regiones concurrentes entre los países en vías de desarrollo que se beneficien de las nuevas tecnologías ligeras y abiertas para competir y atraer capitales físicos y monetarios. Son, y así lo confiesan, contrarios al libre movimiento de capital-conocimiento. Quieren asegurar el caduco sistema de patentes precisamente porque ven en él una garantía contra la globalización.

Y sobre todo, parece que les preocupa que el futuro llegue sin su permiso. Su modelo de Europa no es, al fin y al cabo, sino el de un tranquilo, ultrarregulado y cerrado parque temático temeroso del nuevo mundo abierto de la globalización tecnológica. De momento, enmiendan y la alegría de los que defienden la sensatez parece convertirse hoy en fuente de legitimación para ellos. "Regula, que algo queda".

David de Ugarte, Sociedad de las Indias Electrónicas

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