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Leo Ferdinand

Terror en la madrugada

Son las 4 a.m., siento que algo rompió las ventanas de la sala de mi casa, huelo humo y gases lacrimógenos me asfixian. ¿Estoy soñando? No, los gritos despavoridos de mi hija de tres años me despiertan, siento disparos y cuidadosamente me asomo a la ventana para medio distinguir entre el humo y la oscuridad sombras de hombres armados, algunos de ellos vistiendo uniformes de la Guardia Nacional. Le grito a mi esposa –quien sufre una crisis nerviosa– que debemos huir, con nuestra hija en brazos. Logramos ponernos a salvo, ayudados por un vecino que nos metió en su auto y huye por las mismas razones que nosotros.

Esto no es una película, ni la experiencia de una guerra civil, sino el testimonio de lo que vivimos los ingenieros y técnicos del barrio Los Semerucos, cerca del Centro Refinador de Paraguaná, el mayor del mundo, que comprende las refinerías de Cardón y Amuay. ¿El pecado? Habernos declarado en huelga en la petrolera estatal, PDVSA, contra el régimen “revolucionario” de Hugo Chávez, dada la concienzuda destrucción de la segunda empresa petrolera más grande del mundo.

Supuestamente despedidos a través de un aviso de prensa del gobierno, pero sin cumplir ninguna de las normas ni pautas establecidas en la legislación venezolana, los despidos son evidentemente ilegales. Se nos han retenido nuestras participaciones en los Fondos de Ahorro y de Pensiones, no hemos recibido los pagos de finiquito y ahora se impide a nuestros hijos matricularse en las escuelas a las que asistían. Pero los más de 18 mil despedidos, a pesar que hemos interpuesto demandas en los tribunales del trabajo, no logramos ninguna respuesta en nuestro limbo jurídico. Sin ninguna orden judicial y de acuerdo a la ley del garrote, fuimos desalojados de las viviendas en los campos petroleros que habitábamos desde hace años como parte del contrato de trabajo. Muchos no cuentan con un lugar adonde ir.

¿Cuál ha sido el resultado para PDVSA de la revolución chavista? Su actual directiva y el gobierno afirman haber disminuido los costos en 40%, pero la cruel verdad es que se está destruyendo a la empresa. Los hechos demuestran que hacen falta los 18.000 profesionales y técnicos ilegalmente despedidos. Sin estos, Venezuela dejó de ser un “suplidor petrolero confiable”.

La producción actual es de 2,6 millones de barriles diarios (comprobado por agencias internacionales), mientras que las cifras “oficiales” son de 3,45 millones de barriles diarios. Irónicamente, casi un millón de barriles diarios de los 2,6 millones de la producción actual provienen de los convenios y asociaciones con empresas privadas transnacionales, a las que tanto se opusieron siempre los actuales dirigentes de PDVSA. La declinación de la producción se ha acelerado mayormente en los yacimientos del Lago de Maracaibo y en el Oriente del país. Los expertos informan que la forma indiscriminada y sin planificación de la producción de estos yacimientos más jóvenes está originando daños que probablemente resultarán irreversibles. Asimismo, los daños ambientales y derrames en el Lago de Maracaibo son inocultables, hasta el punto que el gobierno ha prohibido el sobrevuelo de aviones sobre la zona.

El nivel de refinación en Cardón y Amuay alcanza unos 700 mil barriles diarios, cuando el nivel de procesamiento típico superaba los 900 mil barriles diarios. Durante el mes de agosto, de los 11 cargamentos de gasolina reformulada destinados para la Costa Este de los Estados Unidos, apenas salieron siete, dos de los cuales estaban fuera de especificación. Además, fuentes confiables confirman un gran incremento en los accidentes industriales y laborales, hasta el punto de que se reportan muertos y heridos de gravedad que la prensa oficial niega.

De 13 barcos que la flota de PDV Marina mantenía en operación para el mes de diciembre, apenas 6 están funcionando. Y Venezuela unilateralmente suspendió el suministro contractual de más de 100 mil barriles diarios de crudo y productos derivados a la República Dominicana, con la excusa que desde dicho país se estaba gestando el asesinato del presidente Chávez. Sin embargo, el suministro de más de 50 mil barriles diarios a Cuba se mantiene, a pesar del incumplimiento en los pagos y la información que Fidel Castro está reexportando petróleo para obtener divisas frente a la caída del turismo en la isla.

Chávez y sus vándalos están destruyendo en pocos meses lo que los técnicos petroleros venezolanos le dedicamos nuestras vidas a construir.

Leo Ferdinand es ejecutivo petrolero venezolano

© AIPE

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