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EDITORIAL

Los huérfanos de Sadam

Cualquier persona que tenga un mínimo respeto por la vida y por la dignidad humana no puede sino alegrarse profundamente de la detención de uno de los criminales más sanguinarios que jamás hayan ocupado la jefatura de un Estado. Responsable de tres guerras, de innumerables masacres y torturas y del genocidio de los kurdos, el tirano que arruinó su país y lo sembró de fosas comunes por fin rendirá cuentas a la Justicia que, como dijo el presidente Bush, él negó a millones de sus compatriotas durante más de treinta años. Mientras Sadam Husein permaneció en paradero desconocido, sus partidarios dentro y fuera de Irak todavía albergaban la esperanza de que EEUU y sus aliados fracasaran en la labor de pacificación, reconstrucción y democratización de Irak. Los residuos del régimen de Sadam, aliados con los terroristas de Al Qaeda y financiados con los millones de dólares que el ex dictador saqueó del banco emisor iraquí, anhelaban "libanizar" Irak, convertirlo en un nuevo Vietnam. Mediante la "dialéctica" del coche-bomba y del tiro en la nuca, Sadam y sus aliados pretendían hacer perder toda esperanza a los iraquíes y a las fuerzas de la Coalición de pacificar y reconstruir algún día lo que, a partir de ahora, tiene grandes posibilidades de convertirse en la primera democracia árabe de Oriente Medio.
 
Y en esa labor de desestabilización, la mayoría de los medios de comunicación occidentales han jugado, por desgracia, un papel preponderante, convirtiéndose en poco menos que portavoces y propagandistas de los terroristas. Por ejemplo, ni siquiera el día de la captura de Sadam pudo la cadena de televisión líder en producción de telebasura resistirse a la tentación de recrearse en los cadáveres de civiles iraquíes despedazados por el último coche-bomba que la heroica "resistencia" a las "tropas de ocupación" hizo estallar a las puertas de una comisaría de policía iraquí. Pero, afortunadamente y para desgracia de no pocos, es muy probable que la captura del carnicero de Tikrit ponga fin a la mayoría de los atentados terroristas que para la prensa occidental –especialmente para la española– constituían la única realidad digna de mención en un Irak que ya hace meses que goza de una libertad y un bienestar desconocidos durante décadas.
 
Tarde o temprano, Sadam acabará revelando a las autoridades norteamericanas e iraquíes dónde se encuentran las bases de los terroristas y sus cuadros de mando, dónde se ocultan los fondos que los financian y, probablemente también, dónde se encuentran las armas de destrucción masiva que con tanto celo ocultó a los inspectores de Naciones Unidas. Y ante la cuasi certeza de que el "máximo líder" acabe revelando estos datos, cabe esperar que los émulos de Espoz y Mina y de El Empecinado –al decir de un contertulio de la cadena de radio líder en audiencia según el EGM– abandonen su heroica "resistencia" y dejen ayunos de truculentas imágenes y de testimonios derrotistas a quienes nunca olvidan dar prueba de su "independencia" ofreciendo siempre la versión del terrorista. Existen, pues, grandes posibilidades de que la captura de Sadam acabe barriendo del mapa al coro político y mediático del "no a la guerra". Especialmente cuando hasta los líderes de la "vieja Europa", que este fin de semana intentaron una vez más hacer papel mojado de los pactos europeos, se alegran oficialmente de la detención del tirano y acaban dando la razón precisamente a quien ha impedido que se salgan con la suya. Al mismo que lideró la rebelión europea contra el eje francoalemán y a favor de la Coalición.
 
A los huérfanos, viudas y cadáveres que Sadam esparció por Irak, habrá que añadir los huérfanos, viudas y cadáveres políticos que la detención del tirano ya ha empezado a producir por todo el mundo. Particularmente en España, donde el líder virtual del PSOE y el mejor discípulo hispano de Castro pusieron casi todas sus esperanzas de llegar al poder en el fracaso de la Coalición en Irak y en la manipulación política de los militares españoles caídos por la libertad del pueblo iraquí. Hay que decir, no obstante, que Zapatero, consciente de que un partido que aspira a gobernar España no puede seguir cerrando los ojos ante la realidad, se ha alegrado oficialmente de la captura de Sadam. No así Llamazares, para quien lo importante no es que el tirano se halle entre rejas y a la espera de juicio, sino que las "tropas de ocupación", causantes según él de todos los atentados, se retiren inmediatamente. Quizá para que el hueco dejado por Sadam sea inmediatamente ocupado por otro tirano que, como el ahora capturado, pueda reprimir, torturar y masacrar cuando las cámaras de televisión se hayan marchado a otra parte para filmar las atrocidades del "imperialismo yanqui"... eso sí, fuertemente protegidas y custodiadas por las odiosas "tropas del imperio".

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