Recordarás aquella conseja de los años escolares: el burro que sabía leer, pero todavía no sabía pronunciar. El idioma es algo que se pronuncia, se dice en voz audible. Luego no solo hay que saber arte gramática sino ortofonía, es decir, que lo que se habla se entienda. Lo cual es compatible con muchas variantes dialectales, regionales y hasta personales.
Francisco Muñoz de Escalona me indica, para su disgusto, que la voz “precedencia” se ve sustituida cada vez más por “proveniencia”. A él, la segunda voz le parece “enrevesada y un tanto redicha”. Comulgo con mi corresponsal. No he notado yo esa sustitución, pero estaré atento a partir de ahora. La palabra “proveniencia” me parece un trabalenguas. Lo que sí he oído con frecuencia es “proviniente”, en lugar del correcto “proveniente”. Yo mismo he debido de cometer ese error algunas veces. Pido perdón. Si a veces Homero se echaba una siestecita, cómo se nos va a exigir a los escribidores de la prosa que estemos siempre vigilantes.
JPM (Miguel Ángel) me recuerda ese vicio horrible del “han habido muchas personas” o “habían varios políticos”. Lo dicen ya hasta algunos diputados y ministros, normalmente cuando residen en Cataluña o la Comunidad Valenciana. No es justificación. El verbo “haber” como impersonal tiene su encanto porque se conjuga en singular. No valen las dos formas como en inglés (there is, there are). Quizá venga de ahí la confusión.
Antón Moià se irrita cuando oye lo de “metereología” (cuando es la ciencia de los meteoros). Comparto su cabreo. Un error parecido es pronunciar “aereopuerto”, en lugar de “aeropuerto”. En algunos escritos míos se han deslizado esas dos equivocaciones por efecto de los duendes de las imprentas. No es mala providencia para disimular nuestros errores.
Ignacio de Despujol y Coloma, de Madrid, protesta de que en muchos textos impresos sean equivalentes “aún” (todavía) y “aun” (incluso, aunque). El problema es que en el habla de algunas regiones ambas formas se pronuncian lo mismo. Por ejemplo, un aragonés puede comentar satisfecho: “Aun hemos comido”. No queda claro si pretende insinuar que “incluso han comido” o que “todavía se puede decir que han comido”. Esto es, no está muy claro si es “aun” o “aún”. Pero la ambigüedad tiene su gracia.
También es triste que muchos españoles, aun siendo residentes de un país atlántico, no sepan pronunciar “Atlántico”. En su lugar dicen “At-lántico” o incluso “Alántico”. También es curioso que los más atlánticos de los españoles peninsulares, los gallegos, sean los más perezosos para pronunciar dos consonantes intervocálicas. Pero no hay culpa en esa peculiaridad fonética.

