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EDITORIAL

Acebes, el mejor ministro de Interior

Ángel Acebes, una de las figuras más sobresalientes de los gobiernos del PP, también ha sido víctima, por desgracia, de esa escandalosa ingratitud ‑recordada recientemente por Aznar‑ con que las grandes naciones pagan a veces a sus servidores más destacados. El ya ex ministro de Interior será recordado como el hombre que puso a la ETA contra las cuerdas. Y por ello, merece pasar a la Historia como uno de los mejores y más eficaces defensores de la libertad y del Estado de Derecho que ha tenido España. Sus méritos lo justifican sobradamente.
 
En su etapa como Ministro de Justicia (marzo de 2000-julio de 2002) consiguió llevar a cabo algo que, desde la Transición, se creía imposible y se juzgaba contraproducente: la ilegalización del brazo político de la ETA. La Ley de Partidos se aprobó en las Cortes, con un consenso abrumadoramente mayoritario (tuvo el apoyo del PP, del PSOE, de CiU y de Coalición Canaria, el 95% de los votos). Y no sólo no se cumplieron los siniestros e interesados vaticinios de los nacionalistas vascos “moderados”. Antes al contrario, la nueva Ley de Partidos ha permitido erradicar a la banda terrorista ETA de las tribunas políticas, ha puesto fin al terrorismo callejero (la kale borroka) y le ha cerrado a la banda las fuentes de financiación “legales”.
 
En su etapa como Ministro de Interior (desde julio de 2002 hasta el día de hoy) las detenciones de etarras, especialmente los que forman parte de la cúpula dirigente, y los numerosos golpes policiales a la estructura logística de ETA en España y en Francia –como el que tuvo lugar ayer, con la detención de los etarras encargados de fabricar la electrónica de los artefactos explosivos‑ han descabezado varias veces a la banda terrorista y han reducido su capacidad de atentar a mínimos históricos. Bajo la dirección de Acebes, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado han evitado varias masacres de magnitud comparable a la del 11-M en las Navidades de 2002 y 2003. Una de ellas recientemente, en febrero de este mismo año, cuando la Guardia Civil interceptó en Cuenca, en ruta hacia camino a Madrid, una furgoneta cargada con media tonelada de explosivos.
 
Y una prueba de que la labor de Acebes en sus dos años escasos al frente del Ministerio del Interior ha sido realmente sobresaliente es que los primeros en reconocer su gestión y sus méritos son los dirigentes del SUP, el sindicato mayoritario en el Cuerpo Nacional de Policía, que se ha mostrado siempre muy crítico con los ministros de Interior. Su secretario general, José Manuel Sánchez Fornet, en una carta dirigida a Acebes tras las Elecciones del 14 de marzo, quiso expresarle el respeto del sindicato y transmitirle que, aun a pesar de que han discrepado de sus decisiones en bastantes momentos, lo consideran como “el mejor ministro de Interior de la democracia”, y que, desde el punto de vista sindical, su gestión se ha caracterizado por su “talante de diálogo, respeto a la función de los sindicatos y el cumplimiento de todos los compromisos adquiridos con los mismos para mejorar las condiciones de trabajo y la eficacia del Cuerpo Nacional de Policía”.
 
Una vez que el tiempo disipe las nieblas de la infamia que el PSOE y PRISA aventaron contra Acebes y contra el gobierno de Aznar en los días más terribles de la historia reciente de España, todos los españoles de bien, independientemente de su filiación política, echarán de menos la honradez, la firmeza, la eficacia y la claridad de ideas del mejor ministro de Interior de la democracia. Un ministro y un Gobierno que, en palabras del propio Acebes, dos semanas después de la derrota electoral del PP, sólo pensaron en que en el fatídico 11-M “había que contar la verdad. Hicimos lo que teníamos que hacer sin pensar en las consecuencias que podía tener en las elecciones”.
 
Ángel Acebes se despide del Gobierno y del Ministerio con un nuevo golpe demoledor a la ETA. Y quizá aún más importante. Acebes se va después de desmantelar, aniquilar y encarcelar a la práctica totalidad de la célula de Al Qaeda que perpetró la masacre del 11-M, que ya preparaba en Leganés nuevas atrocidades. Es decir, se va con la satisfacción del deber cumplido. Sólo queda desear que su sucesor, José Antonio Alonso Suárez, el juez “progresista” responsable de la absolución de “los Albertos” en el caso Urbanor –revocada en el Supremo‑, que en su día se opuso a la Ley de Partidos, consiga aproximarse al acierto, la firmeza, la honradez, la transparencia y la claridad de ideas de Acebes. Por desgracia, la experiencia habida con los jueces “progresistas” que devienen políticos (Garzón, Belloch) no es nada alentadora.

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