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Juan Carlos Girauta

Debió ser Madrid

no debió primar la opinión de meticulosos deportistas y técnicos sobre una oportunidad colectiva de gran trascendencia económica

Para el presidente de la cosa tenística, Sevilla es preferible a Madrid porque está a nivel del mar. A mí, lego en la materia, me extraña que al subir seiscientos metros los americanos se vengan arriba (nunca mejor dicho) y los españoles empalidezcan y se desmayen. Pero, bromas aparte, lo cierto es que contra la final madrileña estaban todos los jugadores españoles, los tres capitanes y los entrenadores. Y también que Sevilla, además del favor del equipo, presenta posibilidades estéticas espectaculares: un estadio de la Cartuja semicubierto y veintidós mil espectadores en las gradas.
 
Y aun así, extraña que nadie haya reparado en esta obviedad: debió escogerse Madrid incluso en contra de las razones técnicas. Candidata a organizar los Juegos de 2012, la final de la Copa Davis le habría reportado una enorme proyección. Aparecer como la impecable anfitriona de un acontecimiento que atrae la atención de medio mundo es impagable... incluso si España pierde la final. Es una cuestión de marketing que puede escapar a la apreciación del mundo del deporte. Dicho de otro modo: no debió primar la opinión de meticulosos deportistas y técnicos sobre una oportunidad colectiva de gran trascendencia económica, la de obtener ventaja con vistas a otros Juegos Olímpicos españoles veinte años después del éxito de Barcelona 92. Los barceloneses sabemos del círculo virtuoso que un acontecimiento similar abre en el entorno urbano y de su poder para atraer inversiones.
 
No se entiende lo de Gallardón, empeñado en alegrar los oídos de cualquiera que perjudique los intereses de los suyos: "Madrid se siente apoyado por todas las federaciones deportivas". No, lo de Agustí Pujol no es un apoyo. Se mezclan en el asunto las próximas elecciones a la presidencia de la Federación Española de Tenis, a la que opta desde la madrileña Pedro Muñoz. Pujol, que quiere eternizar un mandato dorado que ya dura veinte años, lo acaba de destituir fulminantemente de la vicepresidencia.

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