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EDITORIAL

"Resistentes" islámicos y "resistentes" vascos

"Lo que quiso la oposición socialista era explotar electoralmente la "causa" de los terroristas islámicos contra el PP que, en lo referente a Irak y gracias a la sistemática manipulación mediática anterior, compartía buena parte de los ciudadanos"

Este martes se ha sabido que los detenidos en la segunda fase de la operación Nova formaban una célula islamista que había marcado diferentes objetivos terroristas en Madrid que, como las estaciones de Atocha y Príncipe Pío, la torre Picasso, la sede del Partido Popular, o el estadio Santiago Bernabéu, ya habían sido objetivo de la banda terrorista ETA. Entre los detenidos y aislados el pasado jueves figuraba además el islamista que celebró la matanza de Madrid con presos etarras. Tambien se informaba este martes de que Abdelkrim Benesmail, fanático islámico y lugarteniente de Allekema Lamari, jefe del comando de Leganes, tenía una estrechísima relación con los etarras en la cárcel de Villabona desde hacía tres años.
 
Junto a estos hallazgos tambien cabría recordar los contactos que ETA y los islamistas mantuvieron en el pasado. Recuérdese que uno de los 10 detenidos en el marco de la 'Operación Dátil', que desarticuló una célula de Al Qaeda en España en 2001, Yusuf Galán, había sido interventor de Herri Batasuna en las elecciones al Parlamento Europeo de 1989. Eso, por no hablar del cruce epistolar entre etarras e islamistas con anterioridad al 11-M o al hecho de que ya en 2002 la prensa informó de que terroristas de ETA habían recibido un año antes instrucción sobre el manejo de misiles en un campo de entrenamiento de Al Qaeda en Afganistán...
 
Desde siempre en Libertad Digital hemos mantenido que la reacción ciudadana —incluida la llamada a la hora de votar— tras una masacre, debía ser la misma y causar la misma decepción a los terroristas con independencia de quienes fueran estos. No obstante no hay que olvidar que buena parte de los medios de comunicación —sobretodo a partir de la guerra de Irak— empezaron a presentar a los terroristas islámicos de forma tan justificadora —a veces incluso apologética— que la “causa” de estos “guerrilleros” o “resistentes” llegó a tener mejor prensa que la de sus principales enemigos, léase Bush o cuantos dirigentes democráticos secundaron en Irak al presidente norteamericano. Cabía, pues, esperar y temer a partir de entonces una reacción muy distinta de los ciudadanos dependiendo de si eran galgos o podencos los autores de una masacre dentro de nuestras fronteras.
 
Poco importaba que el terror islámico ya nos hubieran situado como sus enemigos muchos años antes de la guerra de Irak —en realidad, como diría Aznar, “siglos antes”—; poco importaba las sucesivas referencias a Al Andalus como parte integral del islam y a su necesidad de reconquista que hiciera Ben Laden mucho antes de que Aznar brindara su apoyo a Bush en las Azores; poco importa que ya antes de la llegada del PP al Gobierno, el líder de Al Qaida, entonces residente en Sudán, hubiera proyectado un ataque aéreo contra el Palacio de Oriente, sede de la Conferencia de Paz de Oriente Próximo, tratando así de castigar al entonces Ejecutivo de González por haberla organizado y, sobretodo, por haber establecido relaciones diplomáticas con Israel. Poco importa las detenciones de células islamistas que fueron ridículamente presentadas por los medios contrarios a la alianza con Bush como una excusa que Aznar se había sacado de la manga para convencernos de que los islamistas eran también una amenaza para nosotros. Poco importa eso y mucho más. Lo cierto es que buena parte de la prensa pasó de tratar la amenaza islamista como un “invento” de Aznar para alinearse con Bush, a ser tratada como una consecuencia de dicho alineamiento. Ni una cosa ni otra.
 
Inculcada, sin embargo, esta mentira en la opinión pública española —contra la que luchó durante meses Libertaddigital prácticamente en solitario— solo cabía temer que el terror la utilizara en su provecho. Los terroristas no fueron los únicos. Con esa mentira instalada en buena parte de la ciudadanía española, al llegar el 11-M, la obscena pregunta ¿quién ha sido? cobró todo su sentido. ¿O es que acaso lo que trataba de evitar Rubalcaba con ella es que alguien ajeno a la masacre fuera injustamente enviado a la cárcel?. No. Lo que quiso la oposición socialista era explotar electoralmente la causa de los terroristas islámicos contra el PP que, gracias a la sistemática manipulación mediática anterior, compartía buena parte de los ciudadanos españoles. Ese fue el verdadero agujero negro del 11-M sin el cual no tienen sentido ni la conocida e infame campaña de Prisa ni ninguna de las incognitas que quedan definitivamente por despejar.
 
Si ETA estuvo también detrás de la matanza del 11-M —como cada vez indicios apuntan, por mucho que sus dirigentes lo nieguen— ¿qué demostraría esto si no que los etarras han utilizado en su provecho la buena prensa que para sus objetivos gozaban los terroristas islámicos?

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