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EDITORIAL

Orgullosos de Aznar

La intervención de Aznar constituye la más firme esperanza dada por un político para que ni la llegada al Gobierno de unos ni los complejos en la oposición de otros, logren “pasar página” ante lo que ha sido el 11-M

El sentimiento de orgullo con el que Zaplana ha resumido las más de once horas de intervención del ex presidente del Gobierno, José María Aznar, es una valoración a la que este diario independiente se suma, a pesar de que nuestro respaldo al anterior presidente de Gobierno no haya sido nunca ni partidista ni acrítico.
 
La satisfacción y el orgullo que nos ha provocado Aznar se debe a que ha llevado a cabo la intervención que mejor ha sabido denunciar, en forma y fondo, las gravísimas manipulaciones, intoxicaciones y acosos que no sólo haya padecido un partido político, sino un proceso electoral en nuestro país desde que recuperamos la democracia. El ex presidente del Gobierno ha mostrado el más claro compromiso que haya hecho un dirigente político en nuestro país para que se sepa toda la verdad de la masacre, y la más firme esperanza de que ni la llegada al Gobierno de unos, ni los complejos en la oposición de otros, logren “pasar página” ante lo que ha sido, no sólo la mayor masacre terrorista perpetrada en España, sino la más infame utilización electoral que de una acción terrorista haya sufrido una democracia occidental en las últimas décadas.
 
Aznar no sólo ha dejado patente que su gobierno retransmitió prácticamente en directo toda la información y la investigación que les iba haciendo llegar las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, sino que ha dejado en evidencia cómo el PSOE y Prisa manipularon a buena parte de la opinión pública para que creyera que el Gobierno retenía y ocultaba una información diferente de la que el Ejecutivo iba facilitando en sus reiteradas comparecencias informativas; un gobierno acosado tanto por una matanza perpetrada por terroristas contrarios a su política, como por una oposición política y mediática dispuesta a mentir y a utilizar esa matanza con tal de desbancar al PP del Gobierno.
 
No menos demoledor ha sido Aznar contra la bajeza que, desde la oposición, ha venido recientemente a sustituir a las que le acusaban de mentir tras los atentados y, de paso, responsabilizarlo por su respaldo al derrocamiento aliado de Sadam Hussein. Esta nueva bajeza no es otra que la de acusarlo ahora de imprevisión ante la amenaza islamista por no haber impedido que los terroristas consumaran la masacre.
 
Resulta, ciertamente, indignante ver a quienes no hace tanto ridiculizaban al ex presidente del Gobierno con lo del “comando Dixan” y que le tachaban de “paranoico” por advertir de la amenaza islamista, convertidos ahora en fiscales de una supuesta minusvaloración de esa amenaza por parte del anterior Ejecutivo. Eso, por no hablar de la sistemática descalificación de xenófobo que estos “conversos” de la prevención garantizaban —y en el fondo— siguen garantizando a cualquier intento de ejercer mayores filtros y control de la inmigración procedente de zonas en que impera el fundamentalismo islámico.
 
Lo cierto es que, durante muchos meses, la oposición política y mediática al Gobierno del PP no dejó de considerar la amenaza islamista como una excusa que Aznar utilizaba para que nos sintiéramos solidarios con la intervención en Irak. Todo cambió con los atentados de Casablanca, cuando el guión precursor de la infamia pasó a dictar que España, por culpa de Aznar, se había convertido en un objetivo terrorista islámico.
 
No menos valiente y demoledora ha sido la denuncia de Aznar contra la infame manipulación mediática llevada a cabo por Prisa en general, y La Ser, en particular. Aunque Aznar no los haya citado por su nombre, el ex presidente del Gobierno no ha podido ser mas contundente y claro en los ejemplos de esa manipulación recompensada recientemente con el Premio Ondas.
 
Que los atentados fueron determinantes en el vuelco electoral no es, por otra parte, una opinión del ex presidente, sino un dato que arrojan todos los sondeos celebrados en nuestro país, incluido el celebrado por el CIS tras las elecciones. En cuanto a que los terroristas querían con ese atentado influir en las elecciones, no sólo lo apunta la fecha escogida del atentado, sino comunicados anteriores y posteriores de organizaciones terroristas islámicas dispuestas a derramar sangre para que los ciudadanos se rebelasen contra su propio gobierno.
 
¿Qué fue lo primero que preguntó el terrorista Zougam el 18-M tras cinco dias de incomunicación?, ¿el resultado de las elecciones?, sí, efectivamente. ¿Qué fue, si no satisfacción por el 14-M, lo que “El Egipcio”, reflejaba en sus conversaciones interceptadas en Italia y que tanto han silenciado nuestros medios de comunicación? ¿Con qué nueva mentira pretende que comulguemos ahora la “corrección política”? ¿Acaso no se va a poder decir que los terroristas querían ver en la oposición al PP?
 
Que los terroristas no iban a tener bastante con la salida del PP del Gobierno ni con la retirada de Irak es algo que hemos venido advirtiendo reiteradamente desde estas páginas, pero una cosa es que los terroristas no se sacien con un determinado objetivo político y otra cosa, muy distinta, es que aquel no haya figurado entre sus propósitos.
 
Lo dijimos en su día y lo mantenemos en este momento: Zapatero puede gobernar porque así lo decidieron los ciudadanos en las urnas, pero nunca olvidaremos ni la forma en que los terroristas trataron de impedir que Aznar llegar a la presidencia del Gobierno -esto es, intentándolo asesinar- ni la forma en que lo ha logrado Zapatero. Que la llegada de Zapatero al Gobierno fue una satisfacción para los terroristas no lo hemos dicho nosotros. Lo dijeron ellos.

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