Federico Jiménez Losantos
Algo mejor de lo que parece
Aunque en materia de novela criminal, especialmente si está escrita por mujeres, soy decididamente omnívoro, llevaba años resistiéndome a Donna Leon, que en los últimos tiempos se ha convertido en una de las grandes figuras del género en España. ¿Por qué? Seguramente por la propaganda que de sus obras hace su editorial Seix Barral. Desde unas portadas horrorosas, que le hubieran resultado ya poco sutiles al Daniel Gil de los comienzos de Alianza Editorial, hasta las frases publicitarias de fajas y solapas, de un progre que apesta, nada me invitaba a sumergirme en sus novelas. ¡Hay, además, tanto que leer! ¡Surgen tantas escritoras interesantes al año, incluso al trimestre! Además, por experiencia más que por principio, desconfío de las europeas no británicas. Lo confieso. Así que, mientras la novelista presuntamente italiana –es de Nueva Jersey- iba conquistando la zona noble de los escaparates, yo seguía brujuleando las novedades de bolsillo en los kioskos o curioseando en las librerías de lance, polvorientas o virtuales, como manda el género.
Una curiosa libertad
Donna Leon, que es nieta de español aunque perdió la lengua con el acento, ha viajado por todo el mundo ganándose la vida de muy diversas maneras. La más habitual, antes de hacerse rica, fue dar clases de literatura inglesa en distintas instituciones públicas o privadas, civiles o militares, de los Estados Unidos por cualquier rincón del mundo. Su último destino pedagógico fue la sección que la Universidad de Maryland tiene en la base militar USA en Venecia. Eso le permitió vivir en una ciudad y en un país que adoran la ópera, objeto predilecto de su idolatría. También ha ejercido la crítica de novela policíaca en el londinense Sunday Times desde hace varios años. Prefiere a las autoras británicas. Cómo no.
Los reproches habituales que dirige Leon a los italianos es que se niegan a colaborar con la justicia y dejan a las víctimas abandonadas, aunque las víctimas sean ellos mismos más tarde o más temprano. De esa abdicación moral no los absuelve ni el comportamiento de la policía, que es tan brutal como ineficiente. De una de sus personajes dice que estuvo casada con un hombre mitad vago, mitad violento y que eso la preparaba para enfrentarse a la policía italiana. A diferencia de Andrea Camilleri, con quien tiene bastantes puntos en común, la “straniera” Donna Leon se mece en las descripciones culinarias pero no se complace en esa glorificación local, entre misógina y nacionalista, que arrincona estratégicamente las referencias a la Mafia y al envilecimiento de la sociedad. Lo que en el comisario Montalbano de Camilleri (no en balde homenaje a Vázquez Montalbán) y también en la obra de Petros Markaris (tres comunistas) es idolatría de los frutos del mar y apología de la cocina popular, se convierte aquí, en casa del comisario Brunetti en algo más doméstico y menos épico, una suerte de diligencia femenina en alimentar con tino y buen gusto a la familia, empezando por el marido. Machista de fondo, pero más aseado de forma. No obstante, salvo la satisfacción narcisista de presumir de grandes gourmets, no acabo de entender por qué los escritores europeos de novela negra se demoran tanto en la descripción de los platos y en su ditirambo. Ya lo hacía en los cincuenta el Nero Wolfe de Rex Stout, pero sólo como burdo alarde de riqueza y sofisticación, bastante hortera pero más breve.
Lo más popular
-
Begoña Gómez ofreció en Ghana apoyo y colaboración a proyectos de género un año antes de firmarlos Sánchez -
Vídeo: Lo que no se vio detrás de las cámaras del especial 'Es la Mañana de Federico' en Palma -
El milagro de Milei: logra el tercer superávit consecutivo en Argentina -
Pablo Iglesias rabia ante el éxito de Jiménez Losantos en La2: "No se debería permitir en TVE" -
Vídeo: De la exaltada Montero a militantes muy llamativos: los momentos más locos de la concentración en Ferraz
Ver los comentarios Ocultar los comentarios