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EDITORIAL

"España no es mi patria", aunque ZP sea su presidente

¿Hay que confiar en que el Tribunal Constitucional rechace “el pulpo como animal de compañía”, cuando desde el PP catalán hay todavía reticencias en afirmar que Cataluña ni es ni ha sido nunca una nación?

Tras afirmar que “España no es mi patria, ni lo ha sido nunca”, el dirigente independentista y principal socio de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Josep Lluis Carod Rovira, ha “elogiado” al presidente del Ejecutivo, asegurando que se trata de “el primer presidente español en la historia que no es un nacionalista español”.
 
Si Carod Rovira considera como “nacionalista español” el reconocimiento histórico, político y constitucional de España como nación, ciertamente, no le vamos a quitar “mérito” al presidente del gobierno del 14-M, quien, efectivamente, hasta eso ha renunciado a defender, con tal de satisfacer a sus socios independentistas. Es más. Zapatero es el primer presidente de gobierno, no ya español, sino occidental, que no tiene “claro” si el país que gobierna es o no una nación.
 
No contento con sostener la falsedad histórica e inconstitucional de que Cataluña sea una nación, el líder de ERC se ha mostrado hipócritamente sorprendido por la polémica que ha suscitado las pretensiones de los nacionalistas de proclamar semejante delirio en su nuevo Estatuto. "En Cataluña no he leído ni un solo artículo sobre este tema", ha afirmado el interlocutor de ETA en Perpiñán, para inmediatamente preguntarse “¿cómo se va a discutir una obviedad?".
 
Ciertamente, no le falta razón a Carod Rovira cuando señala las pocas voces que se atreven a enfrentarse públicamente a ese paradigma de la mentira que la clase política y mediática quiere imponer en Cataluña. Pero lo cierto es que, a pesar de ser tres las generaciones de catalanes que ya han pasado por las manos del nacionalismo falsamente “amable” de CiU o por el heredero y bronco de ERC, la abrumadora mayoría de los catalanes todavía sigue rechazando semejante delirio identitario. Tan sólo el 28% de los catalanes (última encuesta de La Vanguardia) considera que Cataluña sea una nación. Eso, por no hablar de la minoría, todavía muchísimo más exigua, que considera la reforma del Estatuto entre sus prioridades políticas.
 
En lugar de hacer pedagogía política, Piqué trata, por su parte, de buscar acomodo en un elitista consenso nacionalista que, si bien podría abrirle puertas profesionales en un futuro, seguirá marginando y debilitando las fuerzas del PP en Cataluña. Apostándolo todo a la acomodaticia probabilidad de que no haya consenso entre las propias formaciones nacionalistas –entre las que incluimos, lógicamente, al PSC-, lo más que reivindica el dirigente del PP catalán, es un cándido “pacto entre PSC y PP”. Vamos, como si el PSC fuera, a estas alturas, una solución, en lugar de parte del problema. En lugar de tratar de conectar en exclusiva con buena parte de la ciudadanía catalana, que todavía no ha perdido el sentido común a manos de sus representantes políticos y mediáticos, Piqué parecería que teme aparecer en solitario reivindicando sin complejos la pluralidad de Cataluña o el lazo nacional que le une al resto de España.
 
De poco sirve afirmar que el PP votará en contra del actual proyecto de reforma, si el dirigente popular no es capaz de convertir en gancho electoral semejante negativa. De poco servirá su exigencia de que la reforma “se ajuste a la Constitución”, si lo hace con un discurso que presenta a la Carta Magna más como un límite o un obstáculo, que como la garantía y la defensa de los derechos y libertades de los catalanes frente a los moldes identitarios que les quieren imponer los nacionalistas. Más aun cuando, los propios independentistas han tenido la desfachatez de asegurar que sus exigencias de cara al Estatuto no afrentan a la Carta Magna, sabiendo que una reforma de la Constitución, sin el apoyo del PP, es totalmente inviable. Vistas así las cosas, y la insistencia nacionalista en proclamar a Cataluña como nación, ¿hay que confiar en que el Tribunal Constitucional rechace “el pulpo como animal de compañía”, cuando desde el PP catalán hay todavía reticencias en afirmar que Cataluña ni es ni ha sido nunca una nación?

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